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Mostrando entradas de agosto, 2020

SAN JOSE EN LA LLAMA DE AMOR VIVA (10 de 11)

Por eso, no hay que tener por increíble que a un alma ya toda transformada en Dios y hallada fiel en el amor deje de cumplirse en esta fiel alma en esta vida lo que el Hijo de Dios prometió, conviene a saber: que si alguno le amase, vendría  la Santísima Trinidad en él y moraría de asiento en él (Jn 14,23), lo cual es  ilustrándole el entendimiento divinamente con la sabiduría del Hijo, deleitándole la voluntad  en el Espíritu Santo y absorbiéndola el Padre poderosa y fuertemente en el abrazo abisal de su dulzura. (n. 15).  

SAN JOSE EN LA LLAMA DE AMOR VIVA (9 de 11)

En esta herida de amor y embestimiento del Espíritu Santo por muy alto que llegue no llega ni puede llegar al estado perfecto de gloria, aunque por ventura por vía de paso acaezca hacerle Dios alguna merced semejante (N- 14). ¿Se refiere a santa Teresa que, describiendo la merced que le hizo Jesucristo dice: “es un secreto tan grande y una merced tan subida la que comunica Dios allí al alma en un instante, y el grandísimo deleite que siente el alma que no sé a qué lo comparar, sino a quien quiere el Señor manifestarle por aquel momento la gloria que hay en el cielo”? (7 M 2,3). Porque san Juan de la Cruz conoció los escritos de santa Teresa de Jesús.   Ver CE 13, con las notas.

SAN JOSE EN LA LLAMA DE AMOR VIVA ( 8 de 11)

Y como quiera que, en esta vida mortal, aunque esté en este centro que es Dios, no puede el alma llegar a Dios según todas sus fuerzas, siempre le queda movimiento y fuerza para más y no está plenamente satisfecha, no está en el más profundo centro, pues puede ir a más profundo centro de Dios que es cuando llega a la visión beatífica.

SAN JOSE EN LA LLAMA DE AMOR VIVA (7 de 11)

Ya en la Subida del Monte Carmelo, libro 1, cp. 11-13 habla explícitamente de la unión perfecta con Dios: “El estado de esta divina unión consiste en tener el alma según la voluntad en total transformación en la voluntad de Dios, de tal manera que no haya en ella cosa contraria a la voluntad de Dios, sino que en todo y por todo su movimiento sea voluntad solamente de Dios” (1 Sub 11,2) “pues si esta alma quisiese alguna imperfección que no quiere Dios. no estaría hecha una voluntad de Dios, pues el alma tiene voluntad de lo que no la tiene Dios.  Luego claro está que para venir el alma a unirse con Dios perfectamente por amor y voluntad ha de carecer primero de todo apetito de voluntad, por mínimo que sea; esto es, que advertida y conocidamente no consienta con la voluntad en imperfección y venga a tener poder y libertad para poderlo hacer en advertirlo” (1 Sub 11,3, cfr 2 Sub 5,3).  

SAN JOSE EN LA LLAMA DE AMOR VIVA ( 6 de 11)

Las cuales, dice, acaecen y hieren                    ¡De mi alma en el más profundo centro! “Porque en la sustancia del alma, donde ni el centro del sentido ni el demonio puede llegar, pasa esta fiesta del Espíritu Santo; y, por tanto, tanto más segura, sustancial y deleitable cuanto más interior ella es, porque cuanto más interior es, es más pura, y cuanto hay más de pureza, tanto más abundante y frecuente y generalmente se comunica Dios. Y así es tanto más el deleite y el gozar del alma y del espíritu, porque es Dios el obrero de todo sin que el alma haga de suyo nada… Su negocio es ya solo recibir de Dios, el cual solo puede en el fondo del alma, sin ayuda de los sentidos, hacer obra y mover al alma en ella. Y así todos los movimientos de tal alma son divinos, y aunque son suyos, de ella lo son porque los hace Dios en ella con ella, que da su voluntad y consentimiento” (n.9).  

SAN JOSE EN LA LLAMA DE AMOR VIVA ( 5 de 11)

Y así en esta llama siente el alma tan vivamente a Dios y le gusta con tanto sabor y suavidad que dice:                      ¡Oh llama de amor viva,                      Que tiernamente hieres! Cuando parece que ya está dicho todo lo que se refiere a esta transformación de amor nos viene ahora con la herida de amor. “Esto es: con tu ardor tiernamente me tocas. Que por cuanto esta llama se llama de vida divina, hiere al alma con ternura de vida de Dios y tanto y tan entrañablemente la hiere y enternece que la derrite en amor, porque se cumple en ella lo que dice la Esposa en los Cantares, que se enterneció tanto que se derritió y así dice allí: Luego que el Esposo habló, se derritió mi alma (5,6); porque el habla de Dios, es el efecto que hace en el alma”. (n. 7) 

SAN JOSE EN LA LLAMA DE AMOR VIVA (4 de 11)

Y este es el lenguaje y las palabras que trata Dios con las almas purgadas y limpias, todas encendidas. Y estas palabras como dice el mismo Jesús por san Juan (Jn 6,64) son espíritu y vida, las cuales sienten las almas que tienen oídos para oírlas, que son las almas limpias y enamoradas, “a las que no son así, no pueden gustar el espíritu y vida de ellas antes les hacen sinsabor. De esas almas limpias y enamoradas era san Pedro, que dice al Señor  Dónde iremos, Señor, que tienes palabras de vida eterna  (JN 6,69) Y la Samaritana que olvidó el agua y el cántaro por la dulzura de las palabras de Dios (Jn 4,28). (n. 5-6). 

SAN JOSE EN LA LLAMA DE AMOR VIVA (3 de 11)

En este breve prólogo resume lo que luego irá detallando en el comentario de la 1ª canción. Y en este encendido grado se ha de entender que habla el alma aquí, y tan transformada y calificada interiormente en fuego de amor, que ya no solo está unida en este fuego sino que hace su viva llama en ella y ella así lo siente y así lo dice en estas Canciones con íntima y delicada dulzura de amor, ardiendo en su llama .

SAN JOSE EN LA LLAMA DE AMOR VIVA (2 de 11)

Que aunque  en las Canciones que arriba declaramos , hablamos del más perfecto grado de perfección a que en esta vida se puede llegar, que es la transformación en Dios, todavía estas Canciones  tratan del amor ya calificado y perfeccionado en este mismo estado de transformación, porque aunque es verdad que lo que estas y aquellas dicen todo es un estado de transformación, y no se puede pasar de allí en cuanto tal, pero puede con el tiempo y ejercicio calificarse y sustanciarse mucho más el amor, bien así como , aunque habiendo entrado el fuego en el madero le tenga transformado en sí y está ya unido con él, todavía afervorándose más el fuego y dando más tiempo en él, se pone mucho más candente e inflamado  hasta centellear fuego de sí y llamear” (LLa, 1ª 3).

SAN JOSE EN LA LLAMA DE AMOR VIVA (1 de 11)

           Cuando hablo de la grandeza de san José parto de estos tres principios.  1.       Su pertenencia al Orden hipostático de la Gracia, al que solo pertenecen Jesús, María y José en el grado ínfimo, pero el ínfimo en el grado superior está muy por encima del supremo en el orden inferior.  2.      Su santificación en el seno de su madre, en la que el Padre le mató el fomes peccati , toda la inclinación al mal. 3.      Su elevación al matrimonio espiritual en el que le llenó del Espíritu Santo, como a la Virgen María. De la Virgen María lo dice así de claramente san Juan de la Cruz: “ Tales eran (las obras) de la gloriosísima Virgen Nuestra Señora, la cual, estando desde el principio levantada a este alto estado, nunca tuvo en su alma impresa forma de alguna criatura, ni por ella se movió, sino siempre su moción fue por el Espíritu Santo” (3SuB 2,10).Y san José fue dado en matrimonio a la Virgen María para que participase de la inefable grandeza de María, ,

LA SAGRADA FAMILIA EN EL EVANGELIO (9 de 9)

Un aspecto muy concreto: los emigrantes Se contempla a la Sagrada Familia en otros aspectos, sacándolos de la semilla germinal del Evangelio, que las circunstancias de los tiempos hacen semejantes a los que vivió la Familia de Nazaret. En los tiempos que corremos ocupa un lugar destacado el aspecto de las familias emigrantes. Se trata de un fenómeno que ha adquirido proporciones mundiales. Por eso la Sagrada Familia, como primera familia que tuvo que emigrar a tierra extranjera, como lo hiciera muchos siglos antes la familia de la que ella procedía, se convierte en modelo e icono de todas las familias emigrantes. Así lo ha visto la Iglesia y lo ha pregonado por boca de sus representantes. Cada año dedica un día al emigrante y con esa ocasión o el Papa o la Congregación romana correspondiente, promulga un documento en el que siempre aparece la Sagrada Familia de Nazaret como ejemplar y modelo de las familias emigrantes. El último documento el publicado por el Papa Benedicto XVI

LA SAGRADA FAMILIA EN EL EVANGELIO (8 de 9)

Pero estas, podemos decir, que son palabras aisladas. Hay que aguardar hasta el siglo XVII para que la Sagrada Familia como una entidad por sí misma, como unidad de vida y objeto de culto, veneración y devoción adquiera carta de ciudadanía y se universalice. A partir de este siglo, son cada día más los santos, suscitados por el Espíritu Santo, que centran en ella su atención y su alma para hacerla vida de su vida y objeto y fuerza de su apostolado, y surgen nuevas congregaciones religiosas, familias religiosas que toman su nombre y se consagran a la Familia santa de Nazaret, y crece y se desarrolla e intensifica  el culto, la veneración y la devoción a la Sagrada Familia y, con la fuerte y sentida veneración de la misma, se revaloriza en su aspecto salvífico y redentor el trabajo, y en este culto, veneración  y devoción se la contempla como el ideal y ejemplo de las virtudes cristinas familiares, hoy tan desvalorizadas y atacadas por los mismos que debían defenderlas y protegerlas

LA SAGRADA FAMILIA EN EL EVANGELIO (7 de 9)

Una semilla que se desarrolla Esta es la semilla sembrada por el Espíritu Santo, y trasmitida por los apóstoles, en el corazón de la Iglesia para que la guarde y la cultive bajo su guía y dirección. Esta es parte del depósito de la fe, trasmitida por los apóstoles, que fue creciendo en la Iglesia con la inspiración del Espíritu de Jesús, es decir, creció su comprensión cuando los fieles la han contemplado y estudiado en sus corazones (cfr Lc 2,19.51), cuando han entendido íntimamente las realidades espirituales que han experimentado y cuando la han predicado carismáticamente los obispos (DV 8)

LA SAGRADA FAMILIA EN EL EVANGELIO (6 de 9)

Cada uno de los Tres En el aspecto moral religioso, José es presentado como el hijo de David , el varón de María, justo, es decir, cabal, perfecto en todo, atado a la voluntad del Padre del cielo, apenas recibe una orden la pone en práctica. El Evangelio, lo presenta como el santo silencioso, ya que ni una palabra suya en el Evangelio, solo la de pronunciar el nombre de Jesús en el rito de la circuncisión, que vale por todas las palabras. No habla, pero hace, actúa.

LA SAGRADA FAMILIA EN EL EVANGELIO (5 de 9)

De la vida de Nazaret sólo recuerda dos hechos. En primer lugar, da a entender que la familia de Jesús, María y José son una familia en todo normal y corriente en todos los aspectos; familiar, laboral y religioso. De José dice que era artesano, carpintero, sin precisar nada más.

LA SAGRADA FAMILIA EN EL EVANGELIO (4 de 9)

Un dato especial que va configurando a esta familia nazaretana es la llegada de unos Magos de Oriente que vienen buscando al Niño para adorarlo y al encontrarle en Belén con su Madre y San José, a quien silencia el evangelio, le ofrecen oro, incienso y mirra y prosternados le adoraron. Qué pensaron José y María de esta adoración y ofrecimiento de los magos nada nos dice el evangelista (Mt 2,11), cuando ante la llegada de los pastores y escuchar lo que decían del Niño se maravillaron (Lc 2,18).

LA SAGRADA FAMILIA EN EL EVANGELIO (3 de 9)

De otra parte, de los relatos evangélicos se desprende que esta familia vive como cualquier otra familia de Nazaret. Y así, cuando el Emperador romano manda que se haga un censo de toda la población y que cada uno vaya a empadronarse en su lugar de origen, José, con María embarazada del Hijo de Dios, camina los cien kilómetros que separan Nazaret de Belén para cumplir la orden del Emperador. Al llegar a Belén y no encontrar lugar en el mesón tiene que recogerse en una cueva que encuentra en los alrededores del pueblo. Y estando en la cueva a María le llegó la hora de dar a luz a su hijo y allí nació de ella Jesús, como le llamara el ángel con anterioridad. Así de escuetamente narra el evangelista el nacimiento del Salvador del mundo. Nada dice de la reacción de José y María ante el nacimiento del Hijo de Dios. Que viene a salvar al mundo. Solamente que su madre lo envolvió en pañales y le recostó en el pesebre y cuando llegó el tiempo de la circuncisión a los ocho días del nacimi

LA SAGRADA FAMILIA EN EL EVANGELIO (2 de 9)

En la Iglesia mozárabe múdejar de S. Bartolomé Toledo La familia de Nazaret Comencemos por anotar que la expresión Sagrada Familia, Santa Familia, aplicadas a la familia de Nazaret, no aparecen ni en el Evangelio ni en el resto de los escritos del Nuevo Testamento. En estos podemos decir que es desconocida totalmente. Son calificativos, por otra parte, apropiadísimos, que no aparecen hasta el siglo XIV de la era cristiana.

LA SAGRADA FAMILIA EN EL EVANGELIO (1 de 9)

  Si en los planes de Dios la familia es “la escuela del más rico humanismo” (GS 52), si “el futuro de la humanidad se fragua en la familia” (FC 86), si “contra la llamada cultura de la muerte, la familia constituye la sede de la cultura de la vida” (CA 39), merece la pena que volvamos los ojos a la familia de Nazaret, constituida por Dios como prototipo e icono de todas las familias, tal como aparece en el Evangelio, la familia cristiana por antonomasia, movida en todo por el querer de Dios. En palabras de Pablo VI, peregrino en Tierra Santa, el 5 de enero de 1984: “Que Nazaret nos enseñe el significado de la familia, su comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e inviolable, lo dulce e irremplazable que es su pedagogía y lo fundamental e incomparable su función en el plano social” . P. Román Llamas ocd

SAN JOSÉ CONTEMPLATIVO

San José está en una actitud de adoración, en una actitud de éxtasis de amor ante la belleza, la fuerza y la grandeza del Maestro que le está enseñando esta ciencia de amor, que le hace caer en un profundo silencio interior que es la alabanza de Dios.

SAN JOSÉ CONTEMPLATIVO (6 de 6)

Las altas comunicaciones místicas, como las que experimentó santa Teresa de Jesús, y con cuánto sabor espiritual, como ella cuenta, se experimentan en el más profundo y amoroso silencio. Escribe santa Teresa: “Pasa con tanta quietud y tan sin ruido todo lo que el Señor aprovecha aquí al alma y la enseña, que me parece que es como en la edificación del templo de Salomón adonde no se había de oír ningún ruido (1Rey 6,1), así es en este templo de Dios, en esta morada suya, solo él y el alma se gozan con grandísimo silencio” (7M 3,11). Con grandísimo silencio se gozan san José y el Espíritu Santo en la comunicación y enseñanza de esta ciencia de amor que este le va enseñando día tras día. San Juan de la Cruz afirma a su vez: “porque lo que Dios obra en este tiempo no lo alcanza el sentido, porque es en silencio, que como dice el sabio, las palabras de la sabiduría oyense en silencio” (Eclo 9,17) (Llama, 3.67). P. Román Llamas, ocd   

SAN JOSÉ CONTEMPLATIVO (5 de 6)

El silencio de san José es un silencio eminentemente contemplativo, es una subidísima contemplación, nos dice el Papa San Juan Pablo II, es decir, un silencio en el que Dios le enseña dice san Juan de la Cruz, “la ciencia sabrosa que es la ciencia secreta de Dios muy sabrosa, porque es ciencia por amor, el cual es el maestro de ella y el que todo lo hace sabroso” (CE 27,5). Le enseña la ciencia del amor, la única que quería santa Teresita. En el contacto y trato silencioso y diario con Jesús y María. Dios Padre le está enseñando esta ciencia. La abundancia de amor que el Espíritu Santo derrama en el corazón de san José no es fácil comprenderlo. Abismos de amor se van desarrollando en él. Por eso, su vida es sabrosísima en cada momento, aún en medio de los trabajos y sufrimientos que tuvo que pasar en su vida que no fueron pocos y livianos, sino bien duros, porque los vive con abismos de callado amor que hay en su corazón, que el amor es el que lo hace todo sabroso. P. Román

SAN JOSÉ CONTEMPLATIVO (4 de 6)

San José quedó extasiado cuando pronunció por primera vez el nombre de Jesús. Es la única palabra, pronunciada por el Santo, que nos conserva el Evangelio. Pero ¡Qué palabra!  Porque llamarle Jesús, lo haría desde el momento que le tuvo en sus brazos, recién nacido de su esposa, juntamente con ella, fue la primera palabra que nació de los labios de ambos, y la repetirían en silencio contemplativo. Dice el Doctor de la Iglesia San Juan de Ávila: “Contó el uno al otro el dulce nombre de Jesús que el ángel les había dicho que pusiesen al Niño después de nacido, y fue muy particular gozo entre ellos de oír nombre tan excelente y consolativo como es Jesús, que quiere decir Salvador, y, como el ángel les dijo, Salvador de los pecados” (Sermón de san José).

SAN JOSÉ CONTEMPLATIVO (3 de 6)

San Bernardino de Siena, promotor incansable de este santísimo Nombre y que predicaba mostrando en una tabla el anagrama de Jesús, JHS, predicaba que  “el nombre de Jesús es el brillo de los predicadores. ¿De dónde piensas que procede tanto esplendor y que tan rápidamente se haya propagado la fe por todo el mundo sino por haber predicado a Jesús? ¿Acaso no es por la luz y dulzura de este nombre por el que Dios nos llama y conduce a la gloria? ¡Oh nombre glorioso, nombre regalado, nombre amoroso y santo! Por ti la culpa se borra, los enemigos huyen vencidos, los enfermos sanan, los atribulados y tentados se robustecen y se sienten gozosos todos. Tú eres la honra de los creyentes, tú el maestro de los predicadores, tú la fuerza de los que trabajan, tú el valor de los débiles”.                          “¿De quién me han venido a mi todos los bienes, sino de Vos, Jesús?”, dice nuestra Madre santa Teresa. P. Román Llamas, ocd   

SAN JOSÉ CONTEMPLATIVO (2 de 6)

Comienzo por san Juan Crisóstomo: “Dios mismo por el ministerio del ángel enviaba a José el nombre que había de poner al niño. Y a la verdad no es este un nombre puesto al azar, sino un tesoro de bienes infinitos. Y así lleva a José a creer en su mensaje” (Hom in Matheum, h,4,7; Pg 57,47) EL nombre de Jesús es un tesoro de bienes infinitos. Es una lástima que no nos haya desgranado alguno de los bienes infinitos de ese tesoro. Es lo que hacen otros santos y autores que vienen después de él. San Bernardo en uno de sus sermones nos deleita con estas expresiones: “El nombre de Jesús luce cuando es predicado. ¿De dónde pensáis tan grande y súbita luz de la fe a todo el mundo sino del nombre de Jesús predicado?  Es comida que alimenta cuando se le medita. ¿Qué otra cosa hay que nutra tanto el espíritu del que lo medita? El nombre de Jesús es luz y alimento. Todo alimento es desabrido si no se condimenta con este aceite, insípido si no se sazona con esta sal. El leer me fastidia

SAN JOSÉ CONTEMPLATIVO (1 de 6)

Es ya proverbial el silencio de san José, del cual el Evangelio no nos conserva más que una palabra, que ciertamente dijo san José: “Jesús” , cuando le impuso el nombre de Jesús el día de la circuncisión a los ocho días de su nacimiento, única palabra que abarca y supera infinitamente todas las demás palabras, que hay que pronunciar y quedar en silencio contemplativo. Lo que sintió y experimentó san José en aquel momento no es para descrito. Si a lo largo de los siglos este nombre dulcísimo de Jesús ha producido en los corazones santos, nobles y sensibles los sentimientos más puros, las ansias más anhelantes, las reflexiones más profundas y sentidas, los deseos más apasionados y los gozos más sabrosos, ¿que no sentiría san José al pronunciarlo? P. Román Llamas, ocd   

SAN JOSÉ ESCUCHADOR DE LA PALABRA DE DIOS (6 de 6)

Sobre todo, José escucha la Palabra de Dios en su convivir diario con Jesús. Él es la Palabra de Dios. Y José escucha esa Palabra en sus palabras y en sus actos que ve todos los días. Y ante actos y palabras que más de una vez debió quedar maravillado, sin comprender su actuar, pero sabiendo que eran las acciones del que viene a salvar a su pueblo de sus pecados.  

SAN JOSÉ ESCUCHADOR DE LA PALABRA DE DIOS (5 de 6)

  A poco de nacer el Niño, Herodes le busca para matarlo. El Señor avisa a San José en sueños para que lo salve huyendo a Egipto. Sin pérdida de tiempo, lo prepara todo, toma a la madre y al niño y se pone en camino a una nación extranjera, “sin otra luz ni guía sino la que en su corazón ardía”, confiándolo todo gozosamente a la providencia de Dios Padre. Él proveerá. Y Dios proveyó. Pues todo salió a pedir de boca, tanto a la ida como en la estancia larga en Egipto. No hay nada mejor que escuchar y acoger la palabra de Dios, prestarle el obsequio de la fe pura y entera que, como dice San Juan de la Cruz, “enamora al mismo Dios” (CE 31,3).

SAN JOSÉ ESCUCHADOR DE LA PALABRA DE DIOS (4 de 6)

Y el modelo para escuchar la Palabra de Dios, después de su esposa María, es San José. No sería imprudente ni ligero pensar que Jesús, cuando dice que “más bien bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la viven” , tenía en mente a su Madre María y a su padre san José. Realmente San José es un modelo de escuchar la Palabra de Dios. San José, sin duda, ha leído y meditado la escena del pequeño Samuel: “Habla, Señor, que tu siervo escucha” (1Sam 3,11) y la hizo lema de su vida. San José es un hombre escuchador de la Palabra de Dios en silencio. La escucha y la acoge, porque en la terminología bíblica escuchar significa y entraña acoger, obedecer, hacer suya en la vida y como principio y norma de su conducta la Palabra de Dios. (Rom 5,19): “Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero” (Sal 118,105).

SAN JOSÉ ESCUCHADOR DE LA PALABRA DE DIOS (3 de 6)

El Antiguo Testamento nos presenta como modelo de la escucha de Dios al pequeño Samuel. Ana llevaba años casada y Dios no le daba hijos. Y un año, cuando subió con su esposo a Silo a adorar al Señor le pidió con muchas lágrimas desahogando su corazón que si le daba un hijo se lo consagraría por todos los días de su vida. Al concederle el hijo deseado lo crio hasta el tiempo del destete, lo llevo al templo y allí lo dejó consagrado al Señor de por vida, sirviendo en el templo con el sacerdote Helí. Siendo todavía un muchacho le habló el Señor: “¡Samuel, Samuel!” Él respondió: “Heme aquí” . Se dirigió al sacerdote Helí por tres veces, pensando que era quien le llamaba, y a la tercera el sacerdote le dijo que, si volvía a oír la voz, respondiese: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”. Y el Señor le anuncia que va a destruir la casa de Helí. El Señor estaba con Samuel y no dejó caer en tierra ni una sola de sus palabras. Le hizo su profeta, y tuvo mucha intervención en el reinado d

SAN JOSÉ ESCUCHADOR DE LA PALABRA DE DIOS (2 de 6)

En el A. Testamento encontramos frases como estas: “Bienaventurado el hombre que me escucha” (Pro.   8, 34); “escucha, hijo, y acepta mi parecer y no deseches mi consejo” (Ecli6,23); “escucha, hijo, y aprende mi enseñanza y aplica tu corazón a mis palabras” (de la Sabiduría) (Ecli16,24); “si amas escuchar, recibirás, y si inclinas el oído, serás sabio” (Ecli6,33).