Una
semilla que se desarrolla
Esta es la semilla sembrada por el Espíritu
Santo, y trasmitida por los apóstoles, en el corazón de la Iglesia para que la
guarde y la cultive bajo su guía y dirección. Esta es parte del depósito de la
fe, trasmitida por los apóstoles, que fue creciendo en la Iglesia con la
inspiración del Espíritu de Jesús, es decir, creció su comprensión cuando los
fieles la han contemplado y estudiado en sus corazones (cfr Lc 2,19.51), cuando
han entendido íntimamente las realidades espirituales que han experimentado y cuando
la han predicado carismáticamente los obispos (DV 8)
Realmente,
esta semilla de la Sagrada Familia ha estado soterrada durante siglos,
prácticamente los que ha estado olvidado san José, sin el cual en los planes
divinos no hay familia, al ser un miembro esencial de la misma. Y comenzó a
emerger cuando salió del olvido San José, allá por los siglos XIII y XIV.
Algunos Santos Padres han hablado de los tres tal como aparecen en el
Evangelio, destacando algún aspecto particular de alguno de los Tres. Pero no
aparecen como familia en sus comentarios y escritos. Hay que aguardar
prácticamente al siglo XIV con Juan Gersón y San Bernardino de Siena. Para
aquel la Sagrada Familia adquiere categoría de familia y no la denomina Santa
ni Sagrada sino veneradísima y divinísima Trinidad en la tierra. San Bernardino
(1380.1444) en un célebre sermón de San José dice: “consideremos la dignidad o nobleza natural de las tres Personas de la
Sagrada Familia”. Un siglo más tarde Santa Teresa dirá que no entiende cómo se puede pensar en la Reina de los
ángeles en los trabajos que paso con el Niño y no se piense en san José que tan
bien les ayudó en ellos (V 6,7)
P. Román Llamas ocd
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