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Mostrando entradas de marzo, 2021

Silencio (2 de 4)

El Beato Papa Pablo VI, estando de visita en Tierra Santa visitando Nazaret, la escuela donde comienza a entenderse la vida de Jesús, dijo que no partiría de esta ciudad sin recoger, aunque fuese furtivamente, algunas enseñanzas de la lección de Nazaret. “Su primera lección es el silencio. Cómo desearíamos que se renovara y fortaleciera en nosotros el amor al silencio, este admirable e indispensable hábito del espíritu, tan necesario para nosotros, que estamos aturdidos por tanto ruido, tanto tumulto, tantas voces de nuestra ruidosa y en extremo agitada vida moderna. Silencio de Nazaret, enséñanos el recogimiento y la interioridad, enséñanos a estar siempre dispuestos a las buenas inspiraciones y la doctrina de los verdaderos maestros. Enséñanos la necesidad y el valor de una conveniente formación del estudio, de la meditación, de una vida interior intensa, de la oración personal que solo Dios ve” ( Alocución del 5de enero de 1964). En San José, como en María, su grandeza está de

Silencio (1 de 4)

No hablamos del silencio como ausencia de palabras, sino del silencio como causa de las palabras. Es un silencio contemplativo que se asienta en el corazón. La Virgen conservaba todas estas cosas, palabras y obras de Jesús, en su corazón, meditándolas en un silencio interior. Por eso, como dice Proclo (+ 485), maestro del Platonismo: Es necesario que antes que la palabra se dé el silencio que lleva la palabra”. Y un profesor francés del siglo XX afirmó: “La palabra está ligada al silencio fundamental en el cual alcanza la plenitud de su sentido y todo discurso metafísico alcanza su consistencia en la plenitud del silencio anterior, que es como el punto de referencia del espíritu al ser” Otro afirma; El silencio es significativo. Lejos de proscribir el pensamiento, es el acto de su nacimiento, la germinación profunda. Eso es, en su recogimiento es palabra anterior a nuestra palabra y crisol del discurso. Lo que estos autores dicen del pensamiento filosófico nosotros lo aplicamos a

Porque en Él todo se realiza por dentro (2 de 2)

El Dentro tiene una relación estrecha con la interioridad y el silencio Habría que traer muchas páginas sobre el particular. Baste esta de san Juan de la Cruz, que lo expresa admirablemente con estas palabras:” Sobre este dibujo de fe hay otro dibujo del amor en el alma del amante y es según la voluntad , en la cual de tal manera se dibuja la figura del Amado y tan conjunta y vivamente se retrata, cuando hay unión de amor, que es verdad decir que el Amado vive en el amante y el amante en el Amado. Y tal manera de semejanza hace el amor en la transformación de los amados que se puede decir que cada uno es el otro y que entrambos son uno” (CE 12,7). Y María es el ideal de las almas interiores, “me parece que la actitud de la Virgen durante los meses transcurridos desde la Anunciación y el Nacimiento es el modelo de la almas interiores, de esos seres que Dios ha escogido para vivir dentro de sí en el fondo del abismo sin fondo. ¡Con qué paz, con qué recogimiento se sometía y se p

Porque en Él todo se realiza por dentro (1 de 2)

María parece reproducir sobre la tierra la vida del Ser divino, el Ser simple. El interior de María es todo luz y luminosidad. Sí, es tan transparente, tan luminosa que se la tomaría por la luz, aunque no es más que el espejo del Sol de justicia. ¿Qué se entiende por dentro?    He ahí la medida de la santidad de los hijos de Dios, “ser santos como Dios, santos con la santidad de Dios. Y esto viviendo en contacto con él en el fondo sin fondo, dentro”. ( El cielo en la fe, 32)… Jesús quiere que estemos en   donde él está, no solo durante la eternidad sino ya en el tiempo que es la eternidad comenzada, aunque siempre en constante progreso…que seamos fijados en él, que habitemos donde   él habita en la unidad de amor, que seamos, por decirlo así, como su propia sombra. ( El cielo en la fe , 1). Es vivir en la Trinidad. “La Trinidad ha de ser nuestra morada, nuestra casa, la casa paterna de donde no debemos salir jamás” ( Cielo de la fe, 2) Es deslizar el abismo de nuestra nada en

Animada en su acción por la caridad y el espíritu de servicio. (4 de 4)

Esta fe en la paternidad de san José sobre la Iglesia la tenían clara los carmelitas desde el siglo XV. El escritor Arnoldo Bostio en el 1479 escribe muy laudatoriamente de la devoción a san José en la Orden de los carmelitas que es muchísima y entre las alabanzas que le da está la de su solicitud vivísima por la salvación de todos: “Virgen integérrimo, tutor del Dios eterno, nutricio, ecónomo y vice padre diligentísimo, esposo predilecto de María, testigo y custodio de su virginidad, solicitísimo de la salvación de todos, a semejanza de su esposa virginal y perfecto en todas las virtudes”. Apud BARTOLOMÉ Mª XIBERTA, O.C Flores josefinas en la liturgia carmelitana antigua, Est Jos 17 1963-64) p.304. Coincide esta afirmación subrayada con las que aparecen en el Oficio divino de san José, publicado en Bruselas en 1480, el primero que se redacta y publica en la Iglesia en honor del santo Patriarca, cuando afirma en la oración de las primeras vísperas: “Omnipotente y mansísimo Dios, q

Animada en su acción por la caridad y el espíritu de servicio. (3 de 4)

  La Virgen María es la Madre de Jesús por obra y gracia del Espíritu Santo. Y por Madre de Jesús es Madre de la Iglesia que es el Cuerpo místico de Jesús (cfr 1Cor 12, 12.27). Así lo reconoció el mismo Jesús, cuando desde la cruz dice a su Madre, refiriéndose al discípulo Juan a quien amaba, que estaba a su lado Ahí tienes a tu hijo. Luego dice al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa (Jn 19,26-27). Juan es símbolo de toda la Iglesia, de todo el pueblo de Dios. Inmensa grandeza y privilegio de María. Y este privilegio se lo comunica a san José por su matrimonio con él. Por este matrimonio san José se convierte en padre de Jesús. Así lo reconoce el mismo Espíritu Santo, cuando el ángel le dice de su parte: No temas tomar a María, tu mujer, en tu casa, porque lo que hay en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús (Mt 2,20-21). Poner el nombre a un hijo era propio del padre. Al decirle que pondr

Animada en su acción por la caridad y el espíritu de servicio. (2 de 4)

  En el número 38 del Documento la Vita consecrata , precioso y práctico para las personas consagradas, leemos: “Cercana a Cristo, junto con José en la vida oculta de Nazaret, presente al lado del Hijo en los momentos cruciales de su vida pública, la Virgen es Maestra de seguimiento incondicional y de servicio asiduo” (N. 38) “Sabiendo bien que identificarse con el tipo de vida de pobreza y virginidad de Cristo, significa asumir también el tipo de vida de María” (Ibidem). Tipo de vida en servicio como la de Cristo. “Por eso la relación filial con María es el camino privilegiado para la fidelidad a la vocación recibida y una ayuda eficacísima para avanzar en ella y vivirla en plenitud” (Ibidem). Vocación que, como la de Cristo y María es de servicio incondicional. No hemos venido ni hemos sido consagrados para ser servidos sino para servir a los demás, a la Iglesia. San José participa también de este aspecto esencial de la inefable grandeza de María, su esposa. También la vida de José

Animada en su acción por la caridad y el espíritu de servicio. (1 de 4)

Como su Hijo Jesús, María puede decir que no ha venido para ser servida sino para servir, gastando la vida por todos. La vida de María es puro servicio toda ella, porque es puro amor. Es mujer y madre... Ve los detalles. Pone una nota de dulzura y humanismo donde quiera que está. Jesucristo en sus correrías apostólicas se dejó acompañar por un grupo de mujeres, que pusieron esa nota de afabilidad y dulzura entre los apóstoles que, como vemos por el Evangelio, eran rudos e iletrados El Evangelio recoge algunos momentos destacados de esta caridad y espíritu de servicio: a) La visitación a su prima anta Isabel. Lo único que movió a María a visitar a su prima fue servirla, que estaba ya en el sexto mes de su embarazo. Y estuvo sirviéndola tres meses. Y este servicio fue la ocasión de que llevase la alegría salvadora a aquella casa y sus contornos, pues apenas Isabel oyó el saludo de María el niño que llevaba en su vientre saltó de gozo e Isabel se llenó del Espíritu Santo. El Jesús q

María acoge la Palabra de Dios y la pone en práctica

   María acoge la palabra de Dios en la Biblia, el libro del Espíritu Santo, escrito por medio de los hagiógrafos, a los que el mismo Espíritu inspiraba, que por eso es palabrada Dios. María la lee y asimila: el Magnificat, su canto de alegría y acción de gracias a Dios está compuesto de de frases y sentencias que ha leído en la Biblia. Acoge las palabras y hechos de su Hijo Jesucristo, que es la Palabra de Dios. María por su parte guardaba todas estas cosas – palabras y hechos de Jesús – conservándolos y meditándolos cuidadosamente en su corazón (Lc2,19.51). Los medita y los rumia para vivirlos, porque las palabras y hechos de su Hijo son palabras y hechos de vida eterna. Entre estas palabras destaquemos las que le dirige desde la cruz: Mujer, ahí tienes a tu hijo, y en la persona del discípulo Juan ve a la humanidad entera y por la palabra del Hijo queda constituida Madre de la Iglesia. También san José, participa de la grandeza inefable de María, su esposa, siendo escuchador de la P

Ella se adhirió plena y totalmente a la voluntad de Dios (Lc 1,38)

María es la Hija predilecta y singular del Padre del cielo. En todo quiso e hizo siempre su voluntad. No tuvo, como su hijo (Jn 4,34), otro manjar que hacer la voluntad de su Padre. Por eso cuando el ángel le anuncia que va a ser la Madre de Dios, le recuerda como obstáculo su voto de virginidad ¿Cómo puede ser esto si no conozco varón? Al decirle al ángel que para Dios no hay nada imposible, responde todo contenta. Hágase en mí según tu palabra, según lo que el Señor me dice, según su voluntad. Y este es el SI que durante toda su vida dirá al Padre del cielo. María es la “primera y más perfecta discípula de Cristo” (San Pablo VI), la más perfecta cumplidora de la voluntad del Padre de cielo. La Virgen María vive al hilo de la voluntad de Dios, tocado por el soplo de Espíritu Santo. Como su Hijo, ha venido para hacer en todo la voluntad de su Dios. San José ha sido predestinado por la Trinidad desde la eternidad para que representara al Padre en el misterio de la salvación, para se

La vida desde el Espíritu Santo (3 de 3)

Podemos enumerar algunos de los trabajos de san José: encontrar a su esposa esperando un hijo sin él saber nada. Ante la pena y dolor de san José al descubrir la gravidez de su esposa, la Virgen que se dio cuenta de ello le pide al Señor, fervorosa y devota, que quisiese revelarle el misterio que se está realizando en ella. Pensaba José abandonarla en secreto, se le aumentó la pena y el dolor y al final de la noche se le apareció el ángel del Señor que le reveló el misterio y otros misterios de su esposa María, llevando mucha alegría a su corazón. “Y acerca de esto recurrió (María) a la divina clemencia por medio de la oración ferviente y divina suplicando a su Majestad que quisiese revelar a este santo hombre su divino misterio, o sea el del Hijo humanado, ya que ella no se atrevía a manifestar a nadie este secreto sin especial licencia de su regia excelencia, puesto que conocía lo que dice la Escritura: Es bueno tener oculto el secreto del rey. Y continuando la Señora su oración me

La vida desde el Espíritu Santo (2 de 3)

El alma que está en estado de transformación de amor dice san Juan de la Cruz: “no puede hacer actos sino que el Espíritu Santo los hace y la mueve a ellos, y por eso todos los actos de ella son divinos, pues es hecha y movida por Dios” (Ll 1,4). Todos los actos de la Virgen María al servicio de san José y el Niño o Joven Jesús, como el moler el grano cada día para hacer el pan, que era oficio propio de la mujer, la preparación de la comida, son actos divinos y todos los actos y quehaceres de José en la carpintería y en la comunicación con María y Jesús son también divinos. Y esta moción del Espíritu Santo se extiende también a los trabajos y dificultades que pasan, porque no están libres de ellas, como no lo estuvo el mismo Jesús de las tentaciones. Como dice san Juan de la Cruz: “pero algunas almas más generosas se les suele poner otras fieras más interiores y espirituales, dificultades y tentaciones, tribulaciones y trabajos de muchas maneras por las que conviene pasar, cuales las

La vida desde el Espíritu Santo (1 de 3)

De la Virgen María escribe san Juan de la Cruz: “Tales eran las oraciones de la gloriosísima Virgen Nuestra Señora, la cual estando desde el principio levantada a este estado nunca tuvo en su alma impresa forma de alguna criatura, ni por ella se movió, sino siempre su moción fue por el Espíritu Santo” (3S 2,10). María fue visitada por el Espíritu Santo, de una forma tan personal y profunda que la levantó a una altura divina, se hace santa con la santidad del Espíritu Santo, que la convierte en su templo vivo, su morada agradable. Se dejó traspasar del Espíritu Santo y el Espíritu Santo la divinizó toda entera, la hizo su transparencia. Se trata de una autocomunicación especialísima del Espíritu Santo a María, concreta y real, inferior, pero parecida a la del Verbo de Dios a Jesús de Nazaret. Queda como neumatizada especialmente por el Espíritu Santo y la persona de María y todas sus funciones de mujer comienzan a ser divinas. ¿No hay que afirmar algo parecido de san José que por

La Virginidad (2 de 2)

  La virginidad es cuestión de sinceridad, de transparencia ante Dios y de determinación de la voluntad de conservarse virgen. José y María habían hecho voto de guardar virginidad y la llenez de gracia del Señor les ayudaba a guardarla, porque sin la gracia del Señor no podemos hacer nada bueno. Un autor ascético del siglo XVII, que escribe admirablemente de san José, afirma a este respecto de la virginidad: “No solo escogió Cristo la Madre virgen, pero habiendo ordenado su eterna Providencia que fuese casada y no soltera, por las razones que refieren los Doctores, quiso que el esposo fuese también virgen, para que habiendo de ser su ayo, no tratasen su tierno y soberano cuerpecito brazos menos puros que los del glorioso san José que fue virgen y purísimo, y así podemos decir de Cristo nuestro Señor que es hijo de padres vírgenes, porque su padre no conoció mujer, ni su madre varón. Nace entre vírgenes que fueron la Santísima María y el bendito san José” P. Román Llamas, ocd  

La Virginidad (1 de 2)

La virginidad de María es uno de sus títulos más singulares, estando casada como estaba con José: Virgen y Madre. Es el único caso en la historia de la Iglesia y de toda la humanidad. San Lucas lo dice cuando afirma que el arcángel Gabriel fue enviado por Dios a una virgen, desposada con un hombre llamado José de la casa de David. Y el nombre de la Virgen era María. (Lc 1,27). Y le dice de parte de Dios que va a ser madre de Dios por obra del Espíritu Santo. Virgen y Madre por obra y gracia del Espíritu Santo. Concibió del Espíritu santo. Virgen y Madre es una de las realidades más ensalzadas por la Iglesia en todos sus estamentos, comenzando por los Papas. San Jerónimo, realzando la virginidad de María, añade: Y digo más, “También san José era virgen por María para que del virginal matrimonio naciera el Hijo virgen” ( Adversus Helvidium , 19, PL 23,218) José con su virginidad ayudó a conservar la de María. No hay que recurrir, como hacen los evangelios apócrifos, a que Dios casó

Abismos de amor

         Santa Teresita dice en su poesía Por qué te amo María, su testamento mariano, que la grandeza de la Virgen María está en los abismos de amor que el Espíritu Santo ha derramado en su corazón. Abismos de amor con que amaba a Dios Padre, abismos de amor con que amaba a su Hijo Jesucristo y abismos de amor con que amaba a su esposo san José y a todos los hombres.          Pues estos abismos de amor derrama el Espíritu Santo en el corazón de san José. Con abismos de amor amaba a Dios Padre de quien es la sombra protectora y custodiadora para Jesús y María. Con abismos de amor amaba a su Hijo Jesús. Nadie le ha abrazado y besado, después de María, como José. Con abismos de amor amaba a su esposa María, por eso cuando la encuentra esperando un hijo sin él saber nada, y le viene el pensamiento de tener que abandonarla en secreto, como dice san Juan de Ávila, en su sermón san sobre san José, se le arrancaban las entrañas y se le rompía el corazón. Tantísimo la amaba. Con abismos

Lleno de gracia. (2 de2)

         Dios llenó a san José con su gracia en el seno de su madre y cuando nació, nació con esa llenez de gracia que se va a ir desarrollando siempre en plenitud de la misma. Para mí que san José no cometió ningún pecado ni imperfección voluntariamente. Su voluntad estuvo siempre unida a la voluntad del Padre del cielo, como estuvo la de su esposa María y su actitud fue como la de ella: Hágase en   mí según tu palabra, según tu voluntad.          Pero lo que se dice amar, amaba a Dios con toda su alma y fuerzas. Podemos aplicarle estas palabras de san Juan de la Cruz, que, hablando de cómo el alma amante no puede estar satisfecha si no siente que ama cuanto es amada, comenta que en el estado matrimonial a que en esta vida el alma, no solo te da Dios su amor, “sino que allí le mostrará cómo le ha de amar ella con la perfección que pretende. Por tanto si allí le da su amor, en el mismo le muestra a amarle como de él es amada. Porque además de enseñar Dios allí a amar al alma pura y