En
este breve prólogo resume lo que luego irá detallando en el comentario de la 1ª
canción.
Y
en este encendido grado se ha de entender que habla el alma aquí, y tan
transformada y calificada interiormente en fuego de amor, que ya
no solo está unida en este fuego sino que hace su viva llama en ella y
ella así lo siente y así lo dice en estas Canciones con íntima y
delicada dulzura de amor, ardiendo en su llama.
Y
como ve que aquella llama delicada de amor, que en ella arde, cada vez
que la está embistiendo la está como glorificando en suave y fuerte gloria,
tanto que cada vez que la absorbe y embiste le parece que le va a dar la vida
eterna, y que va a romper la tela de la vida mortal, y que falta muy poco, y
que por esto poco no acaba de ser glorificada esencialmente, dice con
gran deseo a la llama, que es el Espíritu Santo, que rompa ya la
vida mortal por aquel dulce encuentro en que de veras la acabe de comunicar lo
que cada vez parece que le va a dar cuando la encuentra, que es
glorificarla entera y perfectamente, y así dice:
¡Oh
llama de amor viva! (n. 1)
Comienza
por explicar que quiere significar con los términos ¡oh! y cuan. Significan
encarecimiento afectuoso, dan a entender del interior más de lo que se dice por
la lengua. Y sirve el ¡oh! para mucho desear y para mucho rogar
persuadiendo, y para entrambos efectos usa el alma de él en esta canción,
porque en ella encarece e intima el gran deseo, persuadiendo al
amor que la desate (n. 2).
“Esta
llama de amor es el Espíritu de su Esposa, que es el Espíritu Santo, al cual
siente ya en sí el alma -lo siente así san José- mas no solo como fuego que la
tiene consumada y transformada en suave amor, sino como fuego que demás de eso,
arde en ella y echa llama, como dije. Y aquella llama cada vez que llamea, baña
al alma de gloria y la refresca en temple de vida divina.
Y
esta es la operación del Espíritu Santo en el alma transformada en amor…y así
los actos de amor del alma son preciosísimos y merecen más en uno y
vale más que cuanto había hecho en toda su vida sin esta transformación,
por más que ello fuese, etc.” (n. 3) Pensemos en san José que lo experimentó
más de una vez.
P.
Román Llamas, ocd
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