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carta P General Miguel Márquez

  Querido Román padre y hermano. Nos sentimos todos huérfanos de tu presencia en esta hora de despedidas. Pero quiero expresarte lo que no te dije en vida ahora que me puedes escuchar mejor aún, aunque siempre escuchabas atento.   Gracias por tu testimonio de entusiasmo por la vida y por el presente. Gracias por regalarme en tu persona un ejemplo de dignidad amable y de amistad fiel con tantísima gente que encontraba en ti un apoyo seguro y una palabra sabia.   Nos has enseñado en tu manera de vivir algo que difícilmente aprendemos: el cuidado de ti mismo, de tu salud y de tu descanso, tus paseos y tu constancia, tu manzana y tu zumo de limón. Hemos vivido juntos seis años que fueron decisivos. Me enseñaste con la vida y con la entrega lo que ningún discurso acierta a decir. Dondequiera que voy me preguntaban por ti y todos los que te recuerdan de Roma son unánimes en la nobleza de tu presencia y la capacidad para dar alas y confianza a cada uno. La sonrisa constante y el op

Roman, la vida es don del Creador

La fe queridos amigos no nos da una explicación al misterio de la muerte, solamente nos ofrece una palabra de consuelo, la palabra de Jesús, que ha dicho quien cree en mí, aunque haya muerto vivirá .   Todos sabemos que la vida humana es un proceso lento y sosegado de crecimiento y una maduración final, como ha sido la vida de nuestro hermano Román.   La vida, desde el mismo momento de su inicio, se encamina hacia la muerte, bien sea está el desenlace a una vida larga y feliz o bien sea como consecuencia de un proceso trágico y no esperado, o de algo imprevisto. Nos guste o no, la muerte, que es una parte más de la vida humana, es siempre un sobresalto para los vivientes.   La vida es un don del Creador, y es preciso gastarla como el grano que muere en la tierra, gastarla al servicio de los demás, y esto es lo que ha hecho, a su manera el P.   Román a lo largo de su vida. Llegó siendo un niño, con 11 años, desde su pueblo, Valdevimbre en León, al seminario de los carmelitas

Hasta pronto P. Román

Hasta pronto P. Román      Era diferente, había en ella algo especial, era la sonrisa del P. Román.    Si, es el misterio resplandeciente de las almas que han aceptado el sacrificio y el sufrimiento hasta conseguir la virtud de ver a Jesús en todos los demás.    Virtud que reúne a todas, y que la recomendaba muy encarecidamente, resumiendo así la Sagrada doctrina en el "amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo"    Espíritu sencillo el del P. Román, de un auténtico carmelita, con un destacado y silencioso cumplimiento de todas sus obligaciones por pequeñas o grandes que fueran.    Auténtico carmelita, que honraba a sus padres de Nazaret: María y José, y a los del Carmelo descalzo: Teresa y Juan, con inmenso respeto y cariño.    Destacaba su continúo apostolado de San José, no creyéndome equivocar al considerar que un miércoles, día que le dedicaba muy especialmente, ingreso en el Hospital acompañado de un absoluto silencio con el exterior,

SAN JUAN DE LA CRUZ DESCUBRIDOR DE MARÍA Y JOSÉ ...

  Y sintiendo las soberanas mercedes aquí “¡Cómo se derretirá en su amor! ¡Cómo agradecerá ella viendo estos pechos de Dios abiertos para sí con tan soberano y largo amor! Sintiéndose puesta entre tantos deleites, entrégase toda a sí misma a él, y dale también los pechos de su voluntad y amor, y sintiéndolo, pasando en su alma al modo que la esposa lo sentía en los Cantares hablando con su Esposo, en esa manera: Yo para mi amado y la conversión de él para mí. Ven Amado mío…(Cant7,10-13), esto es, los deleites y fuerzas de mi voluntad emplearé en servicio de tu amor; y por pasar así estas dos entregas del alma y de Dios, las refiere en esta canción 27:             Allí me dio su pecho…. En esta canción cuenta la esposa la entrega que hubo de ambas las partes en este espiritual desposorio, matrimonio de ella y de Dios, diciendo que en aquella interior bodega de amor se juntaron en comunicación de él a ella, dándole el pecho ya libremente de su amor, en que la enseñó sabiduría y secr

SAN JUAN DE LA CRUZ DESCUBRIDOR DE MARÍA Y JOSÉ ...

                 Que la Virgen María fue agraciada con este alto estado san Juan de la Cruz lo dice explícitamente; “Tales eran (las obras y ruego) de la gloriosísima Virgen Nuestra Señora, la cual, estando desde el principio levantada a ese alto estado, nunca tuvo en su alma impresa forma de alguna criatura, ni por ella se movió, sino siempre su moción fue por el Espíritu Santo” (3Sub 2,10).  De san José la deducimos de la regla que establece el Papa León XIII que Dios dio por esposo a la Virgen María a san José no solo para que guardase su virginidad y honestidad sino también para que participase de su Excelsa grandeza ( Quamquam pluries, n. 3.) Palabras que cita el Papa san Juan Pablo II en su Carta Apostólica Redemptoris Custos , n. 20. Todas las maravillas que cuenta san Juan de la Cruz de la unión por amor en el matrimonio espiritual, y son tantas, hay que verlas particularmente en María y José, pues de todas gozaron y disfrutaron no una sino muchas veces, María durante t

SAN JUAN DE LA CRUZ DESCUBRIDOR DE MARÍA Y JOSÉ

       Con el más profundo agradecimiento al P. Román por este precioso ramo de flores con el perfume de María y José acompañando en esta Navidad al Niño Dios. Flores carmelitanas, recogidas en un jardín tan sublime cual es, el del Cantico espiritual y la Llama de amor viva del angelical San Juan de la Cruz ¡Qué necesidad tenemos en estos días de no quedarnos con la única referencia, extendida por doquier, de la vida sencilla, sencillísima digo yo, pero olvidándonos de los abismos de amor que vivió la Familia de Nazaret ! Abismos de amor que el místico doctor nos abre las puertas para enmudecer ante el insondable vivido por el alma de José y muy especialmente por el de la Madre de Dios.  Repetidas gracias P. Román De la Virgen María y san José sabemos por los evangelios cosas admirables, maravillosas: que María es la Madre de Jesús, de Dios, y san José su padre por su matrimonio con María. Un matrimonio único, en el que los dos son vírgenes con voto y profetas inspirados por el Espír

ASIMILACIÓN DEL MISTERIO

En el misterio de adviento-Navidad hay tres momentos: el de la realización en un momento y en un lugar determinado, el de su celebración litúrgica y el de la asimilación espiritual del mismo. El momento de la asimilación es el de una labor persona intransferible. No se da sin los otros dos, porque se trata de asimilar algo concreto. Se pueden dar los dos primeros sin una verdadera asimilación. Por lo que se refiere a nosotros es el momento más importante y urgente. La asimilación de los contenidos esenciales del misterio que se celebra es para cada uno lo más importante. Sin asimilación no hay efectivamente celebración del misterio. No se trata de acumular conocimientos, aunque estos son necesarios, pero llega un momento en que pueden convertirse en un estorbo que nos impide la asimilación. Los árboles no dejen ver el bosque. Es lo que dice san Juan de la Cruz a las monjas de Beas: "El no haber escrito no ha sido falta de voluntad, porque de veras deseo su gran bien, sino parecerm

EL ÚLTIMO ADVIENTO DE SAN JUAN DE LA CRUZ (4 de 4)

La esperanza de ir al cielo, que se apoya en el amor de Dios que nunca falta, es una esperanza de gloria y ciertísima, esperanza del cielo tanto alcanza cuanto espera, y así, cuando oye las campanas de la Iglesia del salvador, pregunta: ¿a qué tañen? A maitines, le dicen ¡Gloria a Dios, que al cielo los iré a decir! Los maitines que Juan de la Cruz va a cantar al cielo son los de nuestra Señora, ya que en ese día, en el que él iba a morir, se celebraba la liturgia de Santa María en sábado. Esta nota de amor mariano no era algo improvisado sino culminación de una devoción vivida larga e intensamente. Al deseo del cielo le llevaba suavemente la devoción a María. Solía decir que "por pequeña que fuese la imagen de la Virgen nuestra Señora pintada, cuando la miraba, le causaba aquel amor, respeto y claridad en el alma, como si la viera en el cielo" (BMC 14,168). San Juan de la Cruz muere el 14 de diciembre de 1591, en plena celebración del Adviento, que para él, aquel año, acabó

EL ÚLTIMO ADVIENTO DE SAN JUAN DE LA CRUZ (3 de 4)

Crece su alegría y su esperanza a medida que avanza la enfermedad. Juan de la Cruz demuestra una esperanza y una alegría y una paz que admiran a todos, frailes y seglares. Hasta el Prior cambia de actitud para con él. La víspera de la Inmaculada se agravó y el médico dice que hay que advertirle que puede morir en cualquier momento. El P. Alonso de la Madre de Dios se lo notifica. ¿Qué me muero? dice, y, juntando las manos ante el pecho, exclama con rostro alegre:  Laetatus sum in his quae dicta sunt mihi. In domum Domini ibimus.  Ese día la Virgen le revela que morirá en sábado, como sucedió. Pasado un rato, comenzamos los que estábamos allí a andar de prisa y como turbados, hojeando el breviario o manual para hacer la recomendación del ánima. Lo cual, visto por él, nos dijo con grande sosiego y paz: Déjenlo por amor de Dios y quiétense. Cuando van a rezarle la recomendación del alma, él agonizante, que espera tranquilo la muerte como una continuación de su vida de amor, pide afablemen

EL ÚLTIMO ADVIENTO DE SAN JUAN DE LA CRUZ (2 de 4)

Pues bien, esa esperanza y esa alegría, actitudes esenciales del adviento, se intensifican y llegan a cotas altísimas en el último adviento de su vida, vivido en Úbeda, en lo fuerte de su enfermedad. En algún sentido, debió sufrir un calvario más doloroso que el de la cárcel de Toledo, El Prior del convento, el P. Juan Crisóstomo, por una especie de venganza, le trata muy mal, le mortifica todo lo que puede, hasta le quita el enfermero porque trata al enfermo con mucha caridad y mimo. Este se queja al Provincial, el P, Antonio de Jesús, que viene a Úbeda el 27 de noviembre, víspera del aniversario de la inauguración de la vida descalza por él y San Juan de la Cruz en Duruelo.  Los frailes, como es natural, le preguntan por aquella gesta gloriosa y el P. Antonio cuenta detalles. San Juan de la Cruz, en un alarde de humildad, le dice: Padre ¿es esa la palabra que me ha dado de que en nuestra vida no se había dar tratar ni saber nada de eso? P. Román Llamas, ocd

EL ÚLTIMO ADVIENTO DE SAN JUAN DE LA CRUZ (1 de 4)

    El último adviento de San Juan de la Cruz es el que vive en Úbeda, en 1591, enfermo en su celda y doliente. Muere en ese adviento. La esperanza y la alegría de San Juan de la Cruz se han ido desarrollando de una manera estupenda a lo largo de toda su vida. Juan de la Cruz era apacible, alegre, afable, enemigo de la melancolía en si y en los otros. No se reía descompasadamente, sino con una afabilidad que tocaba, pegaba alegría. Procuraba que sus súbditos no saliesen nunca tristes de su presencia. Era alegre, optimista. Ve el mundo vestido de alegría y hermosura, "de aquella infinita hermosura sobrenatural de la figura de Dios (que el Verbo), cuyo mirar viste de hermosura y alegría el mundo y a todos los cielos (CE 6,1). ¡Qué bonito es verlo todo vestido y derramando la alegría de Dios, todo vestido y derramando Encarnación y Navidad! Alegría que nace, como de su fuente, de su esperanza viva, de su gran esperanza. San Juan de la Cruz hizo suya la exhortación de San Pablo: Vivid

EL ADVIENTO CON MARÍA (2 de 2)

  En la escenificación de las escenas evangélicas propias de este tiempo, aparecen representadas las personas de María y de José especialmente. Y nos dicen los testigos que el santo hacía comentarios de tiernas palabras ante esas representaciones. Sería interesante saber qué decía en el  "explicar quiénes eran los huéspedes que pedían ", cuál era el retrato que hacía de la Virgen y de San José. De la Virgen podemos adivinarlo por lo que de ella nos evangeliza en sus escritos: la graciosa Madre, la bendita Madre que expone necesidades, la movida en todo por el Espíritu Santo, la agraciada con tal cúmulo de gracias cuando Dios quiso demostrar quién es, que no hay inteligencia que lo pueda ni siquiera sospechar.  Sería interesante saber lo que decía del bendito San José, de quien no tenemos ninguna referencia en sus escritos.  El hecho es, que el adviento, los advientos de San Juan de la Cruz, eran advientos eminentemente marianos. Vivía las actitudes marianas de esperanza, de a

EL ADVIENTO CON MARÍA (1 de 2)

  En la liturgia del adviento aparecen una serie de personajes cuya presencia nos ayuda a vivir las actitudes propias de este tiempo: profetas, Isaías, Juan Bautista, José y María. Particularmente María. María es la personificación del adviento, porque es ella la que lo vivió con más entrega, con más fe, con más esperanza, con más alegría. Un adviento largo de nueve meses.  Juan de la Cruz vive el adviento con María. En el Romance de la Encarnación la menciona explícitamente dos veces. María, de cuyo consentimiento el misterio se hacía, y el Verbo quedó encarnado en el vientre de María. María es la graciosa Madre que estaba en pasmo de que tal trueque veía: el llanto del hombre en Dios y en el hombre la alegría.  P Román Llamas, ocd

ADVIENTO AL AIRE LIBRE (2 de 2)

  Juan de Santa Eufemia, cocinero de Baeza, recuerda:  "Celebraba las fiestas de nuestro Señor y del santísimo  sacramento con gran devoción y con cosas santas de propósito, con que entretenía y enternecía a sus frailes, como fue que una noche del santo nacimiento , estando por Rector del colegio de esta ciudad, el dicho santo padre fray Juan hizo que dos religiosos de él, sin mudar de hábitos, representasen uno a nuestra Señora y otro al señor san José, y que anduviesen por un claustro pequeño que había en el dicho convento buscando posada; y sobre lo que le respondían y decían los dos que representaban a María y José, sacaba el dicho padre  pensamientos divinos que les decía de grande consuelo a los religiosos, y de esta manera celebraba las fiestas"  (BMC 14,25).  

ADVIENTO AL AIRE LIBRE (1 de 2)

  Salido de la cárcel y volviendo al desarrollo de la vida normal conventual, San Juan de la Cruz siguió viviendo el adviento y la Navidad con enorme gozo y fuerte esperanza, y externamente con mucha celebración. San Juan de la Cruz, como si saliese de sí en los preparativos y fiestas navideñas. Desde donde quiera que estuviera se trasladaba a la tierra de Jesús.  El Alonso describe una escenificación de una escena de adviento-Navidad, en el convento de Granada, " hizo poner a la madre de Dios en unas andas, y, tomada en hombros, acompañada del siervo del Señor, y de los religiosos que la seguían caminando por el claustro, llegaban a las puertas que había en él a pedir posada para aquella señora cercana al parto y para su esposo, que venían de camino. Y llegados a la primera puerta pidiendo posada cantaron esa letra que el santo compuso:   Del Verbo divino la Virgen preñada, viene de camino, ¡si le dais posada!            Y su glosa se fue cantando a las demás puertas, respondiénd