Pero estas, podemos decir, que son
palabras aisladas. Hay que aguardar hasta el siglo XVII para que la Sagrada
Familia como una entidad por sí misma, como unidad de vida y objeto de culto,
veneración y devoción adquiera carta de ciudadanía y se universalice. A partir
de este siglo, son cada día más los santos, suscitados por el Espíritu Santo,
que centran en ella su atención y su alma para hacerla vida de su vida y objeto
y fuerza de su apostolado, y surgen nuevas congregaciones religiosas, familias
religiosas que toman su nombre y se consagran a la Familia santa de Nazaret, y
crece y se desarrolla e intensifica el culto, la veneración y la devoción
a la Sagrada Familia y, con la fuerte y sentida veneración de la misma, se
revaloriza en su aspecto salvífico y redentor el trabajo, y en este culto,
veneración y devoción se la contempla como el ideal y ejemplo de las
virtudes cristinas familiares, hoy tan desvalorizadas y atacadas por los mismos
que debían defenderlas y protegerlas, y se convierte en el icono de las
familias cristianas en sus más variados aspectos. Es tanta la fuerza que
adquiere la devoción a la Sagrada Familia de Nazaret que su S. León XIII se vio
en la necesidad de promulgar, ante las numerosas peticiones y deseos de obispos
y pueblo fiel y el florecer de varios movimientos y asociaciones en honor de la
Sagrada Familia, un documento, Neminem fugit, por el que regula y anima
a las cofradías de la Sagrada Familia, reduciéndolas a una. Este documento
papal es, sin duda, la carta magna, de la veneración y culto de la Familia
de Nazaret. Veneración y culto que encontró como un símbolo visible
maravilloso en el templo votivo de la Sagrada Familia de Gaudí en Barcelona.
P. Román Llamas ocd
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