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SAN JOSÉ ESCUCHADOR DE LA PALABRA DE DIOS (6 de 6)


Sobre todo, José escucha la Palabra de Dios en su convivir diario con Jesús. Él es la Palabra de Dios. Y José escucha esa Palabra en sus palabras y en sus actos que ve todos los días. Y ante actos y palabras que más de una vez debió quedar maravillado, sin comprender su actuar, pero sabiendo que eran las acciones del que viene a salvar a su pueblo de sus pecados. 

Muchas veces debía quedar pasmado ante las palabras misteriosas que escuchaba de la boca de Jesús y ante las acciones sorprendentes que veía en su comportamiento. Fueron muchos los años que convivieron en Nazaret en una familiaridad y amistad muy íntima.
 Escuchar la Palabra de Dios es también escuchar a los pobres y necesitados, a los que tienen necesidad de desahogarse. Y para escuchar se necesita una gran dosis de amor. Escuchar a los que se sienten solos, escuchar con paciencia es más caridad que dar. Para oír se necesita solo tímpano. Para escuchar se necesita corazón, no hay peor escuchador que el egoísta. El que escucha a un penado, a un pelma escucha a Cristo. Un sacerdote entra a trabajar en una fábrica en Brasil. Nadie sabe que es sacerdote. A los cuarenta días le atropella un camión. En los funerales los compañeros de trabajo se enteraron de que era sacerdote y entonces uno de ellos exclama: Ahora que sé que era sacerdote, comprendo por qué escuchaba tan bien, con tanta paciencia y amor. San José era escuchador de todos los que se acercaban a él.
 San José sigue siendo el escuchador incansable de sus devotos. Baste recordar el caso de santa Teresa, su mayor devota, a la que siempre escuchó en sus peticiones y en su dialogar por amor con él. Nunca le negó nada de lo que le pedía.

P. Román Llamas ocd 
                             

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