Y el modelo para escuchar la Palabra de
Dios, después de su esposa María, es San José. No sería imprudente ni ligero
pensar que Jesús, cuando dice que “más
bien bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la viven”, tenía
en mente a su Madre María y a su padre san José. Realmente San José es un
modelo de escuchar la Palabra de Dios. San José, sin duda, ha leído y
meditado la escena del pequeño Samuel: “Habla,
Señor, que tu siervo escucha” (1Sam 3,11) y la hizo lema de su vida. San
José es un hombre escuchador de la Palabra de Dios en silencio. La escucha y la
acoge, porque en la terminología bíblica escuchar significa y entraña acoger,
obedecer, hacer suya en la vida y como principio y norma de su conducta la
Palabra de Dios. (Rom 5,19): “Lámpara es
tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero” (Sal 118,105).
Veámosle una vez más en la prueba de la
noche oscura cuando vio a su esposa esperando un hijo sin saber de dónde venía.
Su actitud en esta prueba es la que dice el salmo: “Si el afligido me pide yo lo escucho”. Afligidísimo, pone toda su
confianza en Dios. Y en su angustia le repite: Habla Señor, que tu siervo
escucha y el Señor que no se hace esperar lo escuchó y le libró de sus
angustias: El Señor le manda a su ángel que le dice en sueños: “José, hijo de David, no temas tomar a María
tu esposa en tu casa porque lo que hay en ella es del Espíritu Santo” (Mt
1,20). Y José, al instante, acogió a María con el fruto que llevaba en su
vientre. Se hizo gozosamente cargo de ellos, y desde ese momento su misión es
servir a la madre y al niño que nacerá de ella. Consagra totalmente su vida a
esta misión salvadora porque así se lo ha dicho el Señor.
P. Román Llamas ocd
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