Y
como quiera que, en esta vida mortal, aunque esté en este centro que es Dios,
no puede el alma llegar a Dios según todas sus fuerzas, siempre le
queda movimiento y fuerza para más y no está plenamente satisfecha, no
está en el más profundo centro, pues puede ir a más profundo centro de Dios que
es cuando llega a la visión beatífica.
Para
poder explicar más este, hasta el más profundo centro, nos dice “Es de notar
que el amor es la inclinación del alma y la fuerza y virtud que tiene para ir a
Dios, porque mediante el amor se une el alma con Dios, y así cuantos más grados
de amor tuviere, tanto más profundamente entra en Dios y se conecta con él. De
donde podemos decir que cuantos grados de amor de Dios el alma puede
tener, tantos centros puede tener en Dios, uno más adentro que el
otro, porque el amor más fuerte es más unitivo, y de esta manera podemos
entender las muchas mansiones que dijo el Hijo de Dios haber en la
casa de su Padre (Jn 14,2).
Basta
que tenga un grado de amor, porque por uno solo se une con él por gracia.
Si tuviere dos grados, habrá unídose y concentrádose con Dios otro
centro más adentro…y si llegare hasta el último grado, llegará a herir el amor
de Dios hasta el último centro y más profundo del alma, que es ser
transformarla y esclarecerla según todo el ser y potencia y virtud de
ella, según es capaz de recibir, hasta ponerla que parezca Dios.” (n. 13).
P.
Román Llamas, ocd
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