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Mostrando entradas de septiembre, 2020

DEVOCIÓN A SAN JOSÉ DEL BEATO PÍO IX PAPA (4 de 9)

Para que san José pudiera llevar a cabo cabalmente esta misión de tal esposo v de tal padre, que conlleva el más alto grado de de dignidad y santidad después de María, era necesario que Dios, el Padre Omnipotente, lo enriqueciese con gracias singulares y acumulase en él abundantísimos carismas celestes. Y así lo hizo. En San José el Padre del cielo sobreabundó en gracias, privilegios y dones.  

DEVOCIÓN A SAN JOSÉ DEL BEATO PÍO IX PAPA (3 de 9)

         Un año después de ser elegido Papa, el 1 de septiembre de 1847 publicó un Decreto: Inclytus Patriarca Joseph por el que a petición de los Cardenales de Roma y de muchísimos fieles del mundo entero extendió a toda la Iglesia, la fiesta del Patrocinio de san José, “con gran gozo de nuestro corazón” , mandando celebrarla el tercer domingo después de Pascua y la hace fiesta de precepto. Esta fiesta ya se celebraba en diversas Órdenes religiosas y diócesis en Europa, Estados Unidos y Canadá. A los primeros que les fue concedido por Inocencio XI en 1680 celebrar esta fiesta fue a los carmelitas descalzos de España e Italia.    

DEVOCIÓN A SAN JOSÉ DEL BEATO PÍO IX PAPA (2 de 9)

         Tuvo una excepcional y eximia devoción a la Virgen María y a su santísimo esposo san José. Él mismo nos confiesa en la Letra apostólica Inclytum Patriarcam , escrita un año después de la proclamación de san José como Patrono de la Iglesia, que le ha nombrado tal “movido por la singular devoción con que desde la adolescencia se vio afectado hacia el mismo santo Patriarca”. Y con anterioridad en el Decreto Inclytus Patriarca Joseph del 10 de septiembre de 1847 había dicho que acogió las preces que le dirigieron los Ven. Cardenales de la Iglesia católica y de muchísimos fieles para extender a toda la Iglesia la fiesta del Patrocino de san José “con apostólica benignidad porque son plenamente conformes con su singular piedad para con san José”

DEVOCIÓN A SAN JOSÉ DEL BEATO PÍO IX PAPA (1 de 9)

         Sin duda el Beato Pío IX es el santo más devoto de San José entre los Papas anteriores a San Juan XXIII y San Juan Pablo II. Son muchos los hechos que lo atestiguan.

SAN JOSÉ, EL SANTO SILENCIOSO (6 de 6)

“A cuántas almas les hablaría Dios con gusto si estuvieran en silencio” (Santa Teresa), y el filósofo K. Kikegard escribe: “El mundo está mal. Si yo fuese médico y me pidieran consejo, les diría: callad, haced silencio...”   “Dejémonos contagiar –dice el Papa Benedicto XVI- por el silencio de San José. Nos es muy necesario en un mundo a menudo demasiado ruidoso, que no favorece el recogimiento y la escucha de la palabra de Dios”.      P. Román Llamas, ocd  

SAN JOSÉ, EL SANTO SILENCIOSO (5 de 6)

Cuando Pablo VI visitó Nazaret el 5 de enero de 1964 en una homilía invitaba a recoger algunas enseñanzas de la lección de Nazaret. “La primera enseñanza es el silencio. Como desearíamos que se renovara y fortaleciera en nosotros el amor al silencio en esta sociedad de tanto ruido, aturdimiento y tantas voces y tantas agitaciones. Silencio de Nazaret, enséñanos el recogimiento y la interioridad, enséñanos a estar siempre dispuestos a escuchar las buenas disposiciones y la doctrina de los verdaderos maestros. Enséñanos la necesidad de una vida interior intensa, de la oración personal que solo Dios ve”. (Homilía). Dice San Juan de la Cruz que “el callado amor es el único lenguaje que oye y entiende Dios. Que por eso lo que falta, si algo falta, no es el escribir o el hablar, que esto ordinariamente sobra, son el callar y obrar. Porque, demás de esto el hablar distrae y el callar y obrar recoge y da fuerza al espíritu” (Cta 8). En el silencio y la esperanza está vuestra fortaleza (Is

SAN JOSÉ, EL SANTO SILENCIOSO (4 de 6)

El siendo justo del Evangelio se refiere a toda la persona y a toda la vida de San José. De igual modo el silencio profundo e íntimo, como expresión clara de su sublime santidad, envuelve toda su figura y todos los momentos de su existencia. El Papa San Juan Pablo II expresamente lo afirma de su trabajo de carpintero. “También el trabajo de carpintero en su casa de Nazaret está envuelto en el mismo clima de silencio, que acompaña todo lo relacionado con la figura e José” (RC 25) y observa en este silencio algo especial, peculiar de la persona de San José. P. Román Llamas, ocd

SAN JOSÉ, EL SANTO SILENCIOSO (3 de 6)

El silencio de San José es realmente inmenso, expresión de su grandeza de alma extraordinaria, de una santidad sublime. Es la expresión de su trato íntimo con Dios. El que vive muy dentro, está muy advertida en Dios, calla, porque cuando lo está, luego con fuerza la tiran de dentro a callar, la misma presencia y experiencia de Dios le está empujando a callar, porque esa misma intimidad con Dios le enseña que el silencio es mejor y más elocuente que las palabras, le urge al silencio, clima y actitud para escuchar a Dios, que, como dice Santa Teresa, de las comunicaciones de Dios, se gozan en grandísimo silencio (7M 3,11), y las palabras de la sabiduría oyense en silencio (Eccle 9,19). “porque es imposible ir aprovechando, sino haciendo y padeciendo virtuosamente, todo envuelto en silencio” (San Juan de la Cruz)   Esta actitud de silencio es la que tiene ante Jesús y María, que en ese silencio amoroso, le van imprimiendo misteriosamente sus gracias en lo más profundo de su ser ¡Cuán

SAN JOSÉ, EL SANTO SILENCIOSO (2 de 6)

El silencio no es fundamentalmente ausencia de palabras, rumores y sonidos, es más bien. La capacidad y realidad de vida interior, profunda, reflexiva, es expresión de vivencia de honda vida interior y espiritual. San Juan de la Cruz dice que una palabra pronunció Dios, que fue su Hijo, y ésta habla siempre en eterno silencio y en silencio ha de ser escuchada por el alma. Como dice San Ignacio de Antioquía, Jesucristo, el Verbo de Dios, nació del silencio de Dios.

SAN JOSÉ, EL SANTO SILENCIOSO (1 de 6)

         Una nota peculiar y característica de San José el justo, es el silencio. Le acompaña a lo largo de toda su vida, como le acompaña la justicia. El Evangelio no nos conserva ninguna palabra suya, como nos las conserva de su esposa la Virgen María. Bueno nos conserva una que vale por todas las palabras y en la que se encierran todos los bienes y bendiciones: Jesús. En el momento de la circuncisión, a los ocho días de su nacimiento José, como le había mandado el ángel le puso el nombre de Jesús, el nombre sobre todo nombre.  

SAN JOSÉ EN EL DECRETO ETERNO DE LA ENCARNACIÓN DEL VERBO POR SU VIRGINIDAD. (4 de 4)

La maternidad virginal de María dependió del consentimiento de José a desposarse con ella, esposa y virgen. San José es esposo de María no tanto en cuanto es la madre virgen de Dios sino para que fuera la madre virgen del Hijo de Dios. Y acabo con estas palabras de san Jerónimo: “Tú dices que María no permaneció virgen, yo reclamo en justicia más para mí, también el mismo José fue virgen por María para que del matrimonio virginal naciese el hijo virgen; pues sabemos que en el varón santo no cae la fornicación y no se ha escrito (1)que hubiese tenido otra mujer; de María, de la que fue esposo,   más que marido hay que decir que fue custodio .En resumidas cuantas José permaneció virgen   con María y mereció ser llamado padre del Señor” ( De la perpetua virginidad de la B. María contra Helvecio, PL 23, 203)   (1) él sabe que en los evangelios apócrifos se escribe que José estuvo casado antes con otra mujer de la que tuvo seis hijos, pero para él este escrito, como él mismo dice, son

SAN JOSÉ EN EL DECRETO ETERNO DE LA ENCARNACIÓN DEL VERBO POR SU VIRGINIDAD. (3 de 4)

Como dice un autor esclarecido entre los escritores de san José, monseñor Sinibaldi: “No solo el matrimonio de José con María sino también la virginidad de ambos tiene una relación directa e inmediata con la constitución del gran misterio de la Encarnación. La Madre del Verbo humanado debe ser virgen. La virginidad de María está, por tanto, ordenada a un fin altísimo, a la generación humana del Hijo de Dios. ¡Nada más bello, noble y divino! Mas la Virgen debe ser al mismo tiempo esposa. Esta es la conveniencia absoluta. Ahora bien, la virginidad de una esposa depende necesariamente del consentimiento del esposo; sin este consentimiento aquella no es legítima. Por consiguiente, si María según el consejo divino debe ser madre permanentemente virgen en el estado conyugal, no puede ser madre sin el consentimiento de su esposo, pues de este depende su virginidad” (La grandeza de san Giusepe. c 3.p.133-34).   P. Román Llamas, ocd

SAN JOSÉ EN EL DECRETO ETERNO DE LA ENCARNACIÓN DEL VERBO POR SU VIRGINIDAD. (2 de 4)

           Y lo mismo hay que decir de la virginidad. María no es solo esposa y madre sino esposa y madre virgen. Así lo exigía la santidad infinita de Dios. También la virginidad de María está ordenada a la Encarnación del Verbo en su seno y nacimiento de ella. ¿Cómo salvar la virginidad de María? Casándola con un varón que guarde su virginidad. Ese varón es José porque así estaba determinado en el decreto eterno de la salvación de la humanidad: desposada con un hombre llamado José. Y así José se desposó con María antes de la Encarnación del Verbo de Dios en su seno. José se matrimonió con María comprometiéndose a ser virgen con ella y como ella y así guardar la virginidad de María. Sin este propósito a ser virgen con ella y como ella no estaba a salvo la virginidad de María. Entre José y María se celebró un matrimonio presidido e informado por la virginidad de ambos. San José en fuerza de ese propósito de virginidad renuncio al ejercicio e su virilidad. En la lucha que se libró en

SAN JOSÉ EN EL DECRETO ETERNO DE LA ENCARNACIÓN DEL VERBO POR SU VIRGINIDAD. (1 de 4)

          Por la revelación e los evangelios sabemos que estaba predestinado que el Verbo de Dios tenía que nacer de una desposada virgen, desposada con un hombre llamado José. Por disposición divina la Encarnación del Verbo, del Hijo de Dios depende a su modo de san José, del consentimiento de san José a desposarse con María. Por este consentimiento en el matrimonio y en la virginidad de María, san José determina la preparación propia y última para que María sea Madre de Dios; San José tiene una doble relación con María como esposa y como virgen y san José coopera por su consentimiento al misterio de la salvación que se realiza a través de María.

VALOR SIMBÓLICO DEL RELATO (2)

José y María aparecen también en esta escena como el prototipo del creyente cristiano. Del creyente cristiano que por ellos sabe dónde tiene que buscar a Jesús. Como dice Orígenes: “En las aglomeraciones de muchos, mi Jesús no puede encontrarse. Aprende donde le encuentran los que le buscan para que, buscándole con José y María le encuentres. No por cualquier sitio sino en el templo…Busca, pues a Jesús en el templo, búscale en la Iglesia, búscale entre los maestros que hay en la Iglesia y no salen del templo. Si le buscares así, le encontrarás”. ( Homilias sobre Lucas , Hom. 18, PG 13, 1848).  En la siguiente homilía dice que le buscaban con dolor, no porque creyesen que el Niño se hubiese engañado o hubiese perecido…”Deja esta opinión, máxime de José, a quien el ángel le había mandado que tomara al Niño y huyera a Egipto; que había oído: “No temas tomar a María tu mujer, pues lo engendrado en ella es del Espíritu Santo…” Jamás podía suceder que temiese que el Niño, que conocía que

VALOR SIMBÓLICO DEL RELATO (1)

Junto a los elementos históricos de la narración, todos ellos contemplados y escritos a la luz del misterio de la Resurrección de Jesús, hay que descubrir el aspecto simbólico de los mismos. El relato no es crónica, sino anuncio, reflexión teológica, vivencia de la fe. Y así los padres de Jesús, José y María, representan a la comunidad apostólica que se ve improvisadamente privada de su maestro, pero después de tres días de ausencia y búsqueda lo descubren glorioso y triunfante.

LA RESPUESTA DEL NIÑO JESÚS (4)

José intuyó y experimentó ya la separación de una manera definitiva por parte suya, y la separación que experimentará su esposa, María, de una manera continuada, cuando Jesús se separe de ella para darse de lleno a la misión que su Padre le ha encomendado, pues él, José, debió morir antes de la vida pública de Jesús.

LA RESPUESTA DEL NIÑO JESÚS (3)

No comprendieron su palabra porque para ellos Jesús era el consagrado al Padre, donde quiera que estuviera; ellos mismos le habían presentado a Dios en el templo. No era necesario que se perdiera en el templo para estar con su Padre, dedicado a las cosas de su Padre, pues lo estaba siempre. Y, sin embargo, en los planes de Dios, sí era necesario que se perdiera en el templo. Ellos saben que Jesús tiene que estar en las cosas de su Padre, lo desconcertante, lo que no comprenden, es que Jesús para estar con su Padre haya tenido que quedarse en Jerusalén sin decirles nada a ellos. Para José y María el problema no radica en el qué, sino en el cómo tiene que estar con su Padre, que irán comprendiendo poco a poco en un proceso y progreso de la fe que no acaban de comprender. Jesús está con sus Padre lo mismo cuando se queda en el templo de Jerusalén sin saberlo sus padres, como cuando vuelve con ellos a Nazaret y allí les está sujeto, porque lo que cuenta para Jesús no es el lugar si

LA RESPUESTA DEL NIÑO JESÚS (2)

Esta palabra que María pronuncia con la mayor naturalidad como madre del hijo, desde el plano familiar: “tu padre”, porque es verdaderamente el padre de Jesús en la tierra por su matrimonio con María, realizado por expresa voluntad de Dios, y que tanto embarazo ha causado a tantos exégetas, preparaba de la manera más natural la réplica de Jesús que habla de otro Padre suyo desde otra perspectiva.

LA RESPUESTA DEL NIÑO JESÚS (1)

La sorprendente respuesta de Jesús, desde un plano más alto, fue tal, que ellos dos no comprendieron su palabra. Había dicho: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es necesario que yo esté en las cosas de mi Padre?”  (Lc 2,49-50). Mi Padre en boca de Jesús es algo exclusivo de él y significa su relación privilegiada con Dios como Abba,  Papá, que forma parte de la identidad del Jesús histórico, y para la comunidad primitiva el carácter divino de Jesús como Hijo de Dios.

REACCIÓN DE LOS PADRES AL ENCONTRARLO (2)

  La palabra angustiados no expresa toda la intensidad del dolor de José y María en la búsqueda del Niño. El término griego odynomenoi significa dolores sin remedio, desconsuelos sin solución; son las angustias del rico epulón en el infierno (Lc 16,24-25); es la angustia de la condenación que Pablo estaba dispuesto a llevar, si con ello se salvara su pueblo (Rom 9,2; cfr Tit 6,6-10); es la angustia de los ancianos de Éfeso cuando se dan cuenta que no volverán a ver a Pablo (Act 20,38)

REACCIÓN DE LOS PADRES AL ENCONTRARLO (1)

Al encontrarlo sus padres en el templo en medio de los doctores de la ley, quedaron maravillados. Lucas usa el mismo verbo que en la descripción de la estupefacción de las muchedumbres cuando comenzó su ministerio en Carfarnaún. “Todos los presentes quedaron estupefactos y se intercambiaban sus impresiones, diciendo: ¿qué palabra es esta, que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos y salen? (Lc 4,36), Y también para indicar el estupor de la muchedumbre ante el poder de Jesús cuando echa al demonio: “Todos quedaron estupefactos al ver la grandeza de Dios” (Lc 9,43).

EL NIÑO SE PIERDE EN EL TEMPLO (2)

Así lo cuenta de sí mismo el historiador Flavio Josefo. Los jóvenes no sólo escuchaban, sino que podían hacer preguntas, sugerencias y críticas. “Y todos los que le oían estaban llenos de pasmo por su inteligencia y sus respuestas”. (RC 15). Es decir, se maravillaban de su sabiduría, de su inteligencia inspirada religiosamente, de su comprensión de las cosas estimuladas y alimentadas por la fe, proponiendo a Jesús como modelo de la sabiduría desde la infancia.   

EL NIÑO SE PIERDE EN EL TEMPLO (1)

Jesús, bajo su responsabilidad, se quedó en Jerusalén y se perdió en el templo, ierón , en el ara del templo para distinguirlo del santuario, naós (Lc 1,21); seguramente en el pórtico de Salomón, donde más tarde enseñarán los apóstoles (Act 3,11;5,12.21.25); la sabiduría de este rey era bien conocida. Se quedó en la casa de su Padre para dar a entender que debe ocuparse de las cosas de su Padre y que sólo la voluntad de su Padre del cielo ata su obediencia y le mueve. Exigencia que Lucas refuerza con el término dei , es necesario, que aparece cuando el anuncio de la Pasión (Mc 8,31). Este verbo aparece 18 veces en el evangelio de Lucas y 24 en el libro de los Hechos de los apóstoles, convirtiéndose en un término típicamente lucano, comparado con el uso que de él hacen otros autores del N.T. y que significa la urgencia y necesidad de que la intención de Dios, una vez revelada, ha de cumplirse y con relación a Jesús significa el deber, la voluntad  que el Padre le impone y que este toma

CONSAGRACIÓN DEL NIÑO AL PADRE (2)

Aunque la ceremonia, con la que se celebraba la mayoría de edad del niño judío, que se conserva todavía hoy y yo he sido testigo de una de ellas ante el Muro de las Lamentaciones, según algunos exégetas no está atestiguada en la época de Jesús. Esta consideración de Jesús todavía niño presenta una especial significación e interés; que Jesús, siendo niño, tenga ya la sabiduría de los adultos 

CONSAGRACIÓN DEL NIÑO AL PADRE (1)

Lucas en esta escena quiere resaltar que Jesús, el primogénito, está consagrado a Dios, que lo suyo es dedicarse a las cosas, a los asuntos de su Padre, a estar con él, cuyo lugar de morada es el templo. Por eso realiza esa acción simbólica de quedarse en el templo a la edad de 12 años, es decir, un hecho exterior simbólico para significar su pertenencia total al Padre del cielo, tan frecuente en los profetas de Israel y realizado más tarde por el mismo Jesús, con la expulsión de los vendedores del templo para purificarlo (Jn 2,13ss; Mt 21,12s y par.)

SAN LUCAS DESCRIBE LA ESCENA CON ESTAS PALABRAS

    “Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos, como de costumbre a la fiesta y, habiendo terminado los días, al volverse, el niño Jesús permaneció en Jerusalén, ignorándolo sus padres. Pero pensando que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre parientes y conocidos. Y, al no encontrarle, retornaron a Jerusalén buscándole” (Lc 2,41-45).  

LOS PADRES CON EL NIÑO SUBEN A JERUSALÉN

     Terminado el rito de la Presentación, cumplido todo lo prescrito por la Ley, los padres de Jesús retornaron con el Niño no a Belén, de donde habían partido, no a su ciudad de Nazaret en Galilea. E inmediatamente sigue el relato de la pérdida y hallazgo del Niño en el templo de Jerusalén. Jesús es llamado todavía niño, (Lc 2,43) y o teknon (Lc 2,48) que es un término afectuoso. Según lo establecido en la ley (Deut 16,16) todos los varones israelitas tenían que presentarse una vez al año en las fiestas de los Ázimos, Pascua, en la fiesta de las Semanas, Pentecostés y en la fiesta de las Tiendas. Según esta norma, que no sabemos con precisión como se observaba en tiempos de Jesús, los padres de Jesús, fieles en la observancia de “lo que tocaba a la ley del Señor” (Lc 2,39), iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua -María no estaba obligada-, y así subieron desde Nazaret a Jerusalén. Y subió con ellos Jesús al tener ya doce años. Subían y volvían de Jerusalén

EL NIÑO PERDIDO Y HALLADO EN EL TEMPLO

  El relato maravilloso y misterioso de la pérdida y el hallazgo del Niño en el templo de Jerusalén está encuadrado entre dos sumarios (Lc 2,40 y 2,52), en los que el evangelista nos dice que Jesús crecía en sabiduría y gracia. Podemos considerar este episodio como un ejemplo de este crecimiento en sabiduría y gracia. El v. 47 subraya la inteligencia o sabiduría de Jesús y el v. 49 la gracia por su relación con su Padre. Por otra parte, está unido esencialmente al relato de la Presentación en lo que se refiere a lo más significativo de la misma.  P. Román Llamas ocd.

SAN JOSE EN LA LLAMA DE AMOR VIVA (11 de 11)

¿Quiénes son estas almas privilegiadas? Sin duda alguna María y San José en primer lugar. Solo ellas tienen privilegios singulares y únicos que les hacen acreedores de las mercedes y comunicaciones de Dios, como el de Madre de Jesús, María y Esposo de María José y por este matrimonio Padre de Jesús, que ningún otro santo tiene ni puede igualarlos. El Padre del cielo no puede por menos de derramar estos dones, mercedes, deleites de que habla san Juan de la Cruz en la Llama de amor viva a ellos antes que a ningún otro, y no una vez sino muchas.  San Juan de la Cruz dice expresamente que Dios colma de estas maravillas no una vez sino frecuentemente. Viene hablado de las fiestas que el Espíritu Santo celebra con estas almas y afirma que es más segura, sustancial y deleitable, cuanto más interior ella es, porque cuanto más interior es, es más pura, y cuando hay más de pureza tanto más abundante, frecuente y generalmente se comunica Dios (Llama 1ª, 9). Y la Virgen y san José son purísi