
Ya
en la Subida del Monte Carmelo, libro 1, cp. 11-13 habla explícitamente de la
unión perfecta con Dios: “El estado de esta divina unión consiste en tener el
alma según la voluntad en total transformación en la
voluntad de Dios, de tal manera que no haya en ella cosa contraria a la
voluntad de Dios, sino que en todo y por todo su movimiento sea voluntad
solamente de Dios” (1 Sub 11,2) “pues si esta alma quisiese alguna imperfección
que no quiere Dios. no estaría hecha una voluntad de Dios, pues el alma
tiene voluntad de lo que no la tiene Dios. Luego claro está que para
venir el alma a unirse con Dios perfectamente por amor y voluntad ha de carecer
primero de todo apetito de voluntad, por mínimo que sea; esto es, que advertida
y conocidamente no consienta con la voluntad en imperfección y venga
a tener poder y libertad para poderlo hacer en advertirlo” (1 Sub
11,3, cfr 2 Sub 5,3).
Y
para explicar cómo cualquier apetito, por mínimo que sea rompe la unión
con Dios, trae el ejemplo del pajarito que está asido a un hilo delgado y fácil
de quebrar, pero por delgado y fácil de romper que sea, mientras esté
asido no puede volar (1Sub 11,4)
Más
adelante trae unos avisos sobre el particular. El primero es un aviso de oro,
cumplido él no necesitamos más. “Traiga un apetito ordinario de imitar a
Cristo en todas las cosas, conformándose con su vida, la cual debe
considerar para saberla imitar. Y haberse en todas las cosas como se hubiera Él
(1 Sub 13,3). Estas últimas palabras resumen toda la vida de unión con
Dios. Hacerlo todo y vivirlo todo como lo haría y viviría Jesucristo.
P.
Román Llamas, ocd
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