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Mostrando entradas de noviembre, 2022

carta P General Miguel Márquez

  Querido Román padre y hermano. Nos sentimos todos huérfanos de tu presencia en esta hora de despedidas. Pero quiero expresarte lo que no te dije en vida ahora que me puedes escuchar mejor aún, aunque siempre escuchabas atento.   Gracias por tu testimonio de entusiasmo por la vida y por el presente. Gracias por regalarme en tu persona un ejemplo de dignidad amable y de amistad fiel con tantísima gente que encontraba en ti un apoyo seguro y una palabra sabia.   Nos has enseñado en tu manera de vivir algo que difícilmente aprendemos: el cuidado de ti mismo, de tu salud y de tu descanso, tus paseos y tu constancia, tu manzana y tu zumo de limón. Hemos vivido juntos seis años que fueron decisivos. Me enseñaste con la vida y con la entrega lo que ningún discurso acierta a decir. Dondequiera que voy me preguntaban por ti y todos los que te recuerdan de Roma son unánimes en la nobleza de tu presencia y la capacidad para dar alas y confianza a cada uno. La sonrisa constante y el op

Roman, la vida es don del Creador

La fe queridos amigos no nos da una explicación al misterio de la muerte, solamente nos ofrece una palabra de consuelo, la palabra de Jesús, que ha dicho quien cree en mí, aunque haya muerto vivirá .   Todos sabemos que la vida humana es un proceso lento y sosegado de crecimiento y una maduración final, como ha sido la vida de nuestro hermano Román.   La vida, desde el mismo momento de su inicio, se encamina hacia la muerte, bien sea está el desenlace a una vida larga y feliz o bien sea como consecuencia de un proceso trágico y no esperado, o de algo imprevisto. Nos guste o no, la muerte, que es una parte más de la vida humana, es siempre un sobresalto para los vivientes.   La vida es un don del Creador, y es preciso gastarla como el grano que muere en la tierra, gastarla al servicio de los demás, y esto es lo que ha hecho, a su manera el P.   Román a lo largo de su vida. Llegó siendo un niño, con 11 años, desde su pueblo, Valdevimbre en León, al seminario de los carmelitas

Hasta pronto P. Román

Hasta pronto P. Román      Era diferente, había en ella algo especial, era la sonrisa del P. Román.    Si, es el misterio resplandeciente de las almas que han aceptado el sacrificio y el sufrimiento hasta conseguir la virtud de ver a Jesús en todos los demás.    Virtud que reúne a todas, y que la recomendaba muy encarecidamente, resumiendo así la Sagrada doctrina en el "amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo"    Espíritu sencillo el del P. Román, de un auténtico carmelita, con un destacado y silencioso cumplimiento de todas sus obligaciones por pequeñas o grandes que fueran.    Auténtico carmelita, que honraba a sus padres de Nazaret: María y José, y a los del Carmelo descalzo: Teresa y Juan, con inmenso respeto y cariño.    Destacaba su continúo apostolado de San José, no creyéndome equivocar al considerar que un miércoles, día que le dedicaba muy especialmente, ingreso en el Hospital acompañado de un absoluto silencio con el exterior,