Una nota peculiar y característica de San José el justo, es el silencio. Le acompaña a lo largo de toda su vida, como le acompaña la justicia. El Evangelio no nos conserva ninguna palabra suya, como nos las conserva de su esposa la Virgen María. Bueno nos conserva una que vale por todas las palabras y en la que se encierran todos los bienes y bendiciones: Jesús. En el momento de la circuncisión, a los ocho días de su nacimiento José, como le había mandado el ángel le puso el nombre de Jesús, el nombre sobre todo nombre.
Todo lo hace y lo vive en silencio. Cuando el
ángel le dice en sueños que no tema tomar a María, su esposa en su casa no dijo
nada. Cuando le manda ir a Egipto para salvar al Niño de persecución de Herodes,
sin pérdida de tiempo cumple la orden, pero no dice nada. Cuando le manda estar
allí hasta nueva orden, el mismo comportamiento. Y así siempre. No dice nada,
pero hace. “En honor a la verdad José no respondió al anuncio del ángel,
como María, pero hizo como le había ordenado el ángel del Señor y tomó consigo
a su esposa” (RC 4).
P. Román Llamas, ocd
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