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La vida desde el Espíritu Santo (2 de 3)

El alma que está en estado de transformación de amor dice san Juan de la Cruz: “no puede hacer actos sino que el Espíritu Santo los hace y la mueve a ellos, y por eso todos los actos de ella son divinos, pues es hecha y movida por Dios” (Ll 1,4). Todos los actos de la Virgen María al servicio de san José y el Niño o Joven Jesús, como el moler el grano cada día para hacer el pan, que era oficio propio de la mujer, la preparación de la comida, son actos divinos y todos los actos y quehaceres de José en la carpintería y en la comunicación con María y Jesús son también divinos.

Y esta moción del Espíritu Santo se extiende también a los trabajos y dificultades que pasan, porque no están libres de ellas, como no lo estuvo el mismo Jesús de las tentaciones. Como dice san Juan de la Cruz: “pero algunas almas más generosas se les suele poner otras fieras más interiores y espirituales, dificultades y tentaciones, tribulaciones y trabajos de muchas maneras por las que conviene pasar, cuales las envía Dios a los que quiere levantar a alta perfección, probándolos y examinándolos, como el oro en el fuego, según aquello de David que dice: Las tribulaciones de los justos son muchas, de todas ellas los librará el Señor (Sal 33,20). Pero el alma bien enamorada, que estima a su Amado más que a todas las cosas, confiada del amor y favor de él, no tiene en mucho decir: No temeré las fieras (Ll 3,8).

P. Román Llamas, ocd

 

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  • La vida desde el Espíritu Santo (3 de 3)
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  • María acoge la Palabra de Dios y la pone en práctica
  • Animada en su acción por la caridad y el espíritu de servicio.
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