La
virginidad es cuestión de sinceridad, de transparencia ante Dios y de
determinación de la voluntad de conservarse virgen. José y María habían hecho
voto de guardar virginidad y la llenez de gracia del Señor les ayudaba a
guardarla, porque sin la gracia del Señor no podemos hacer nada bueno.
Un
autor ascético del siglo XVII, que escribe admirablemente de san José, afirma a
este respecto de la virginidad: “No solo escogió Cristo la Madre virgen, pero
habiendo ordenado su eterna Providencia que fuese casada y no soltera, por las
razones que refieren los Doctores, quiso que el esposo fuese también virgen,
para que habiendo de ser su ayo, no tratasen su tierno y soberano cuerpecito
brazos menos puros que los del glorioso san José que fue virgen y purísimo, y
así podemos decir de Cristo nuestro Señor que es hijo de padres vírgenes,
porque su padre no conoció mujer, ni su madre varón. Nace entre vírgenes que fueron
la Santísima María y el bendito san José”
P.
Román Llamas, ocd
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