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María acoge la Palabra de Dios y la pone en práctica

 

 María acoge la palabra de Dios en la Biblia, el libro del Espíritu Santo, escrito por medio de los hagiógrafos, a los que el mismo Espíritu inspiraba, que por eso es palabrada Dios. María la lee y asimila: el Magnificat, su canto de alegría y acción de gracias a Dios está compuesto de de frases y sentencias que ha leído en la Biblia.

Acoge las palabras y hechos de su Hijo Jesucristo, que es la Palabra de Dios. María por su parte guardaba todas estas cosas – palabras y hechos de Jesús – conservándolos y meditándolos cuidadosamente en su corazón (Lc2,19.51). Los medita y los rumia para vivirlos, porque las palabras y hechos de su Hijo son palabras y hechos de vida eterna. Entre estas palabras destaquemos las que le dirige desde la cruz: Mujer, ahí tienes a tu hijo, y en la persona del discípulo Juan ve a la humanidad entera y por la palabra del Hijo queda constituida Madre de la Iglesia.

También san José, participa de la grandeza inefable de María, su esposa, siendo escuchador de la Palabra de Dios. Él, como buen israelita, se forma espiritualmente en la Biblia, que luego enseña a su Hijo. Por eso, cuando el Emperador romano quiere hacer un censo y manda que cada uno se inscriba en su ciudad de origen, viendo en esa orden una voz de Dios, acude con su esposa María, ya próxima al parto, a Belén para llevarlo a cabo.

Cuando el ángel del Señor le dice que no tema tomar a María, su mujer, en su casa, al levantarse la toma con el fruto, el hijo que llevaba en su seno y la lleva a su casa. “Despertado José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado y tomó consigo a su mujer (Mt 1,24).” Él la tomó en todo el misterio de su maternidad, la tomó junto con el Hijo que llegaría al mundo por obra del Espíritu Santo, demostrando de tal modo un disponibilidad de voluntad semejante a la de María en orden a lo que Dios le pedía por medio de su mensajero” (RC 3).

Y cuando un voz del ángel el Señor le manda que huya a Egipto para librar al Hijo de Herodes que le busca para matarlo, a toda prisa toma a su mujer y al Hijo y se ponen en camino, fiados solamente de la providencia de Dios (Mt 2,15-23).

Cuando ha muerto Herodes, el Señor le avisó en sueños que podía volver a la tierra de Israel. Él se levanto tomó a su mujer y al hijo y se pusieron en camino y al entrar en Israel se enteró de que en Judea reinaba Arquelao, tan cruel como su padre Herodes, y temió ir hacia Belén, y avisado en sueños por el ángel, fue a Galilea, al pueblo de Nazaret, y allí se estableció, como el manitas de la aldea, viviendo en familia, una vida feliz y santa con Jesús y María. No son muchos los momentos que recoge el Evangelio de la escucha que José tiene de la palabra de Dio, pero suficientes y alguno bien duro, y si tenemos en cuenta la vida de cada día en la que en ningún momento dejó de acoger la llamada de Dios, la inspiración del Espíritu Santo con un SI fiel y gozoso, podemos afirmar que san José es el escuchador de la Palabra de Dios con María y como María...

P. Román Llamas, ocd

 

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