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La Virginidad (1 de 2)



La virginidad de María es uno de sus títulos más singulares, estando casada como estaba con José: Virgen y Madre. Es el único caso en la historia de la Iglesia y de toda la humanidad. San Lucas lo dice cuando afirma que el arcángel Gabriel fue enviado por Dios a una virgen, desposada con un hombre llamado José de la casa de David. Y el nombre de la Virgen era María. (Lc 1,27). Y le dice de parte de Dios que va a ser madre de Dios por obra del Espíritu Santo. Virgen y Madre por obra y gracia del Espíritu Santo. Concibió del Espíritu santo.

Virgen y Madre es una de las realidades más ensalzadas por la Iglesia en todos sus estamentos, comenzando por los Papas. San Jerónimo, realzando la virginidad de María, añade: Y digo más, “También san José era virgen por María para que del virginal matrimonio naciera el Hijo virgen” (Adversus Helvidium, 19, PL 23,218) José con su virginidad ayudó a conservar la de María. No hay que recurrir, como hacen los evangelios apócrifos, a que Dios casó a María con un viejo de casi 100 años y con cuatro hijos – deliramenta, delirios, locuras los llama san Jerónimo- como si la virginidad fuese cosa de años y no de una decisión y determinación muy determinada de guardarla por amor de Dios. Que también entre los viejos los hay llenos de lascivia. Pensemos en los viejos que asediaban a Susana, la casta Susana, de belleza extraordinaria, viejos de años y de maldad que, al verse defraudaos en sus intenciones pecaminosas, la acusan de haberle visto en el jardín con un joven. Ante su acusación –eran personas mayores, venerables- la asamblea condenó a muerte a Susana. Se interpuso el joven Daniel que desenmascaró el falso testimonio de los viejos y así fueron ellos los condenados a muerte en vez de la casta Susana.

P. Román Llamas, ocd

 

 

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  • La vida desde el Espíritu Santo
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  • Animada en su acción por la caridad y el espíritu de servicio.
  • Porque en Él todo se realiza por dentro

 

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