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Porque en Él todo se realiza por dentro (1 de 2)


María parece reproducir sobre la tierra la vida del Ser divino, el Ser simple. El interior de María es todo luz y luminosidad. Sí, es tan transparente, tan luminosa que se la tomaría por la luz, aunque no es más que el espejo del Sol de justicia. ¿Qué se entiende por dentro?   He ahí la medida de la santidad de los hijos de Dios, “ser santos como Dios, santos con la santidad de Dios. Y esto viviendo en contacto con él en el fondo sin fondo, dentro”. (El cielo en la fe, 32)… Jesús quiere que estemos en  donde él está, no solo durante la eternidad sino ya en el tiempo que es la eternidad comenzada, aunque siempre en constante progreso…que seamos fijados en él, que habitemos donde  él habita en la unidad de amor, que seamos, por decirlo así, como su propia sombra. (El cielo en la fe, 1).

Es vivir en la Trinidad. “La Trinidad ha de ser nuestra morada, nuestra casa, la casa paterna de donde no debemos salir jamás” (Cielo de la fe, 2)

Es deslizar el abismo de nuestra nada en el alma del todo de Dios. Es ahí, en lo más profundo, donde se efectuará este encuentro divino desde el abismo de nuestra nada, de nuestra miseria. Se encontrará cara a cara con el abismo de la misericordia, de la inmensidad del todo de Dios… es ahí donde seremos cambiados en amor” (El cielo… 3; cfr Carta 298)

También dice santa Isabel de la Trinidad que cuando el alma está completamente identificada con el ejemplar divino, Cristo divino crucificado por amor, toda transformada en él y él en mí entonces cumpliré mi vocación eterna. Y esto se da plenamente en la Virgen María.  San Juan, la Magdalena, san Pablo han penetrado mucho en este misterio, y, sin embargo, ¡cómo todos los santos quedan en la sombra cuando se contempla las claridades de la Virgen! (Últimos ejercicios, 1) “María es indecible, es el secreto que Ella guardaba y meditaba en su corazón (Lc219.51), que ninguna lengua ha podido revelar, ninguna traducir. Esta Madre de gracia va a formar mi alma para que su hija sea una imagen viva, expresiva de su primer Hijo (lc 2,7) el Hijo del Eterno. Aquel que fue la perfecta alabanza de gloria de su Padre.

P. Román Llamas, ocd

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