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Silencio (2 de 4)


El Beato Papa Pablo VI, estando de visita en Tierra Santa visitando Nazaret, la escuela donde comienza a entenderse la vida de Jesús, dijo que no partiría de esta ciudad sin recoger, aunque fuese furtivamente, algunas enseñanzas de la lección de Nazaret. “Su primera lección es el silencio. Cómo desearíamos que se renovara y fortaleciera en nosotros el amor al silencio, este admirable e indispensable hábito del espíritu, tan necesario para nosotros, que estamos aturdidos por tanto ruido, tanto tumulto, tantas voces de nuestra ruidosa y en extremo agitada vida moderna. Silencio de Nazaret, enséñanos el recogimiento y la interioridad, enséñanos a estar siempre dispuestos a las buenas inspiraciones y la doctrina de los verdaderos maestros. Enséñanos la necesidad y el valor de una conveniente formación del estudio, de la meditación, de una vida interior intensa, de la oración personal que solo Dios ve” (Alocución del 5de enero de 1964).

En San José, como en María, su grandeza está dentro y sale de dentro. San José está lleno de gracia de Dios y abismos de amor ha derramado el Espíritu Santo en su corazón; en todo le guía solamente el Espíritu Santo. Como superior en santidad a todos , ha gozado del matrimonio espiritual, es decir, ha bebido  de su Amado, y las almas que han llegado a esta cima altísima espiritual, dice san Juan de la Cruz, en un texto que he citado más arriba y que repito en esta ocasión, “que están en cierta manera como Adán en la inocencia que no sabía qué cosa era mal, porque está tan inocente que no entiende el mal ni cosa juzga a mal; y oirá cosas muy malas y las verá con sus ojos y no podrá entender que lo son, porque no tiene en sí hábito de mal, por donde lo juzgar, habiéndole Dios raído los hábitos imperfectos y la ignorancia en que cae el mal del pecado con el hábito de la verdadera sabiduría” (CE 26,14).Dios le santificó en el seno de su madre y le arrancó  de cuajo el fomes peccati, la inclinación al mal.

P. Román Llamas, ocd

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