Juan de Santa Eufemia, cocinero de Baeza, recuerda: "Celebraba las fiestas de nuestro Señor y del santísimo sacramento con gran devoción y con cosas santas de propósito, con que entretenía y enternecía a sus frailes, como fue que una noche del santo nacimiento , estando por Rector del colegio de esta ciudad, el dicho santo padre fray Juan hizo que dos religiosos de él, sin mudar de hábitos, representasen uno a nuestra Señora y otro al señor san José, y que anduviesen por un claustro pequeño que había en el dicho convento buscando posada; y sobre lo que le respondían y decían los dos que representaban a María y José, sacaba el dicho padre pensamientos divinos que les decía de grande consuelo a los religiosos, y de esta manera celebraba las fiestas" (BMC 14,25).
Digo los pequeños servicios, pero para Dios no hay pequeños servicios porque en ello se trata de dar la voluntad a Dios Padre y cuando se trata de dar la voluntad a Dios no hay cosa pequeña, porque el más grande es precisamente dar la voluntad a Dios ya que Dios no mira la materialidad de las obras sino el amor, la voluntad con que se hacen. Me refiero a esas pequeñeces que san José te presenta siempre en la vida real que es de comunicación con muchas personas ¡Cuántas pequeñas cosas de bien que nos presenta al hilo de cada día que pudimos hacer y no hicimos! ¡Cuántas pequeñas mortificaciones que pudimos aprovechar para el bien de los demás y no las hemos aprovechado! Como una sonrisa cuando no tengo ganas de sonreír, con lo barata que es una sonrisa, una palabra amable cuando estás malhumorado, un devolver siempre bien por el mal que te hagan, un acompañar a una persona indefensa, no hacer nunca a nadie lo que no quieres que te hagan a ti, ayudar a una persona mayor a...
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