Pues bien, esa esperanza y esa alegría, actitudes esenciales del adviento, se intensifican y llegan a cotas altísimas en el último adviento de su vida, vivido en Úbeda, en lo fuerte de su enfermedad. En algún sentido, debió sufrir un calvario más doloroso que el de la cárcel de Toledo, El Prior del convento, el P. Juan Crisóstomo, por una especie de venganza, le trata muy mal, le mortifica todo lo que puede, hasta le quita el enfermero porque trata al enfermo con mucha caridad y mimo. Este se queja al Provincial, el P, Antonio de Jesús, que viene a Úbeda el 27 de noviembre, víspera del aniversario de la inauguración de la vida descalza por él y San Juan de la Cruz en Duruelo. Los frailes, como es natural, le preguntan por aquella gesta gloriosa y el P. Antonio cuenta detalles. San Juan de la Cruz, en un alarde de humildad, le dice: Padre ¿es esa la palabra que me ha dado de que en nuestra vida no se había dar tratar ni saber nada de eso?
P. Román Llamas, ocd
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