Ir al contenido principal

UN ADVIENTO PURAMENTE INTERIOR. (1 DE 2)

 

 

Un adviento especial fue el que celebró en la cárcel de Toledo el año de 1577. No consta cómo lo celebraba los años anteriores a esta fecha desde el 1568, día de la inauguración de la vida descalza en Duruelo, pero si deducimos cómo fue el de este año. El 2 de diciembre entra en la cárcel de Toledo, una celdilla de 1,68 de alta. En esta cárcel a San Juan de la Cruz se le niega todo: nada de procesiones preparatorias a la Navidad, nada de celebraciones eucarísticas, nada de cartas, nada de portales de Belén, nada de regalos ni golosinas, nada de liturgias. Allí todo es pura nada externamente, pura oscuridad.

 ¿Cómo celebró San Juan de la Cruz el adviento, la Navidad en aquella durísima situación? San Juan de la Cruz, hombre de equilibrio psicológico extraordinario y de profundísima vida interior, se las arregló para celebrar ese adviento en el interior de su espíritu. Se encerró en la celda de su alma día tras día y allí va viviendo y reviviendo el adviento, y expresión de esa vida y de esa vivencia es el Romance sobre la Encarnación mezcla maravillosa de poesía y oración -la oración íntima se hace poesía- en nueve estrofas, desde la Trinidad, que por amor determina la Encarnación del Verbo como desposorio con la humanidad, hasta el nacimiento de Jesucristo entre melodías de ángeles y cantares de los hombres. Romance que revive cada día de adviento y Navidad: tres estrofas para la Trinidad, tres para el adviento y tres para el nacimiento. Compensa la celebración gozosa exterior del Adviento-Navidad, que le han negado los frailes, con una celebración interior profundísima, esperanzada y gozosa, porque esperanza y gozo es lo que rezuma el Romance. Juan de la Cruz es un poeta eminente y un místico que experimenta a Dios, a Jesús; es un maestro y un teólogo y se sabe la Biblia en muchos pasajes de memoria, que a Biblia sabe el Romance y a teología y a mística. 


P. Román Llamas, ocd

Comentarios

Entradas populares de este blog

EL SUEÑO DE SAN JOSÉ (1 de 5)

La revelación del misterio que el Espíritu Santo realiza en María, su mujer, dice el evangelio que se lo manifestó a José en sueños. ¿Quizás soñó José con lo que había descubierto despierto? José se ha dado cuenta de lo que se nota en María y entra en duda de qué actitud debe tomar ante tal suceso, no sabe qué hacer. Hasta se le ocurre despedirla en secreto. Con estos pensamientos se acuesta, se duerme y sueña.   ¿Qué sueña San José? ¿Qué se le representa a San José en sueños? Lo que ha imaginado y soñado despierto. Que María es una criatura encantadora, una joven responsabílisima. Que María no ha podido hacer nada innoble. Y que Dios no ha podido permitir que un desalmado la haya desflorado. ¿Qué habrá pasado? ¿Quizás ha intervenido milagrosamente el Todopoderoso y por obra del Espíritu Santo María está encinta, como profetizó el profeta Isaías? Porque los signos de una maternidad son evidentes. ¿Qué hago? Y en el sueño se agolpan los pensamientos. ¿Darle el libelo de repu

EL ÚLTIMO ADVIENTO DE SAN JUAN DE LA CRUZ (1 de 4)

    El último adviento de San Juan de la Cruz es el que vive en Úbeda, en 1591, enfermo en su celda y doliente. Muere en ese adviento. La esperanza y la alegría de San Juan de la Cruz se han ido desarrollando de una manera estupenda a lo largo de toda su vida. Juan de la Cruz era apacible, alegre, afable, enemigo de la melancolía en si y en los otros. No se reía descompasadamente, sino con una afabilidad que tocaba, pegaba alegría. Procuraba que sus súbditos no saliesen nunca tristes de su presencia. Era alegre, optimista. Ve el mundo vestido de alegría y hermosura, "de aquella infinita hermosura sobrenatural de la figura de Dios (que el Verbo), cuyo mirar viste de hermosura y alegría el mundo y a todos los cielos (CE 6,1). ¡Qué bonito es verlo todo vestido y derramando la alegría de Dios, todo vestido y derramando Encarnación y Navidad! Alegría que nace, como de su fuente, de su esperanza viva, de su gran esperanza. San Juan de la Cruz hizo suya la exhortación de San Pablo: Vivid

EL ÚLTIMO ADVIENTO DE SAN JUAN DE LA CRUZ (4 de 4)

La esperanza de ir al cielo, que se apoya en el amor de Dios que nunca falta, es una esperanza de gloria y ciertísima, esperanza del cielo tanto alcanza cuanto espera, y así, cuando oye las campanas de la Iglesia del salvador, pregunta: ¿a qué tañen? A maitines, le dicen ¡Gloria a Dios, que al cielo los iré a decir! Los maitines que Juan de la Cruz va a cantar al cielo son los de nuestra Señora, ya que en ese día, en el que él iba a morir, se celebraba la liturgia de Santa María en sábado. Esta nota de amor mariano no era algo improvisado sino culminación de una devoción vivida larga e intensamente. Al deseo del cielo le llevaba suavemente la devoción a María. Solía decir que "por pequeña que fuese la imagen de la Virgen nuestra Señora pintada, cuando la miraba, le causaba aquel amor, respeto y claridad en el alma, como si la viera en el cielo" (BMC 14,168). San Juan de la Cruz muere el 14 de diciembre de 1591, en plena celebración del Adviento, que para él, aquel año, acabó