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LA DEVOCIÓN A SAN JOSÉ EN EL SIGLO XIX (6 de 7)

La devoción a San José llega a su cenit en los últimos años del siglo con la publicación de tres documentos pontificios. A lo largo de este siglo se multiplican las peticiones colectivas de millones de fieles, sacerdotes y obispos que llegan a la Congregación de Ritos para que el nombre de San José sea añadido al de su Esposa, antes de los ángeles en algunas oraciones litúrgicas, como el Confiteor, el Suspice Sancta Trinitas, Libera nos… sin éxito inmediato.

En torno al Vaticano I, como expresión del sentido de la fe del pueblo cristiano, arrecian las peticiones de que San José sea proclamado Patrono de la Iglesia universal y Pío IX el 8 de diciembre de 1870 lo declaró solemnemente con el documento Quemadmodum Deus Joseph en el que traza las líneas maestras de la teología josefina.9

Algo parecido pasó con la fiesta de la Sagrada Familia ante la presión de las peticiones clericales y episcopales, eco de la voz del pueblo fiel, León XIII con el Breve Neminem fugit (14.6.1892), “la carta magna del culto y veneración de la Sagrada Familia”, consagró las Cofradías en honor de la Familia Santa y al tiempo instituyó la Fiesta de la misma con oficio y misa propios.10

 

P. Román Llamas, ocd

 

9 Cfr José de Jesús María, La liturgia josefina del siglo XIX, Est Jos 49 (1995) 344-48

 

10 Para lo relativo a la liturgia en torno a la Sagrada Familia cfr Joseph M. Blanquet, a.c. 522-43





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