Y por parte de San José, se manifiestan en hacerle experimentar que es un Santo lleno de bondad y de poder, que es un verdadero padre y señor, que le saca de sus necesidades con mucho más bien que ella sabía pedírselo. Podemos decir que entre Santa Teresa y san José se establece como un pugilato a ver quién da más. San José se desvive por derramar su bondad y su poder sobre ella, Santa Teresa se desvive por corresponderle con una auténtica devoción y práctica, y así se desarrolla una carrera de gracia: a más gracia de san José, más devoción de Santa Teresa, esta mayor devoción provoca en él una mayor protección y gracia. Cuanto la va más honrando y hermoseando a Santa Teresa, más se prenda y enamora de ella…
En un principio estas relaciones entre
Santa Teresa y San José se desenvuelven en el campo el desarrollo normal de la
gracia, en una vida teologal de fe, esperanza y amor intensos, sí, pero sin
entrar todavía en el campo de la mística o sobrenatural que llama ella.
Nada de hechos extraordinarios ni percepciones místicas. El bienestar que
sucede a su enfermedad es una gracia singular dispensada por San José. De ahí
su agradecimiento, típico de la Santa: se hace “pública devota” de San José:
celebra con toda solemnidad su Fiesta, hace propaganda de su poder y conquista
nuevas prosélitas.
P. Román Llamas, ocd
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