Pocas personas en la historia de los
mortales tan dotadas para relacionarse con los demás como Santa Teresa de
Jesús. Estaba hecha para la amistad abierta y generosa, para una vida de
relaciones sociales y espirituales amplias y variadas. De hecho, en el campo
concretamente carmelitano, desde el General para abajo, se relacionó con
tantísimos frailes y monjas; en los ambientes eclesiásticos, desde cardenales y
obispos, pasando por teólogos, letrados, espirituales y santos hay un verdadero
desfile de personas y personajes que pasan y se relacionan con ella; en el
sector civil, desde el Rey para abajo aparecen grandes señores, marqueses,
condes y duques, nobles y gente plebeya, carreteros, espoliques, y carteros,
mercaderes y tratantes…, no hay clase social con la que no se relacione. Para
todos tiene su palabra la Madre Teresa. La abundancia de cartas –y se han
perdido muchas- y la variedad de personas a quienes escribe es una prueba de
esa amplitud y capacidad polifacética de relaciones humanas y espirituales.
Lo mismo pasa con los santos del cielo. No
es persona de un solo santo o de pocos. Por el contrario, son muchos de los que
se confiesa devota. Los santos de su devoción particular, encabezada por
nuestro Padre San José, registra la friolera de 34 santos y no es completa
y en ella figuran los Patriarcas, los diez mil mártires, los Santos de la
Orden, los ángeles… Es también expresión de la sociabilidad y comunicabilidad
de su persona.
P. Román Llamas, ocd
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