¿Cómo vivimos la alegría cristiana? Dice el Señor por el profeta Isaías: Estaré siempre alegre, me gozo plenamente en el Señor, porque me ha vestido ropas de salvación (Is 61,10). Quizás nos falta eso en que abunda el profeta. Leí hace tiempo en un escritor: ¿Por qué muestras eucaristías no consiguen que salgan de nuestras iglesias oleadas de alegría? ¿Cómo puede haber cristianos que se aburren de serlo? Que dicen que el Evangelio no les dice nada. Y, sobre todo, qué le diremos a Cristo el día del juicio cuando nos pregunte: ¿Qué habéis hecho de mí y vuestro gozo?
Pon una flor en tus labios y será siempre primavera. La flor primaveral de la alegría es lo que tenemos que vivir, comunicar y contagiar. Si es una obra de misericordia consolar al triste, lo es mucho más excelente procurar que no caiga en la tristeza. Ser siempre ángeles de paz y de alegría. San Juan de la Cruz, el Santo de la alegría del Cántico espiritual, siendo superior se propuso como norma que ningún súbdito suyo saliese de su habitación entristecido. La única tristeza es la de no amar, de no repartir alegría, la de no sonreír y contagiar la sonrisa.
Copla a la Virgen del Carmen
Cuando el alba despierta
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Flor de las flores
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Madre me llamas
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En mi alma tu prendes
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Y al besar tu librea
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Lumbre de amores.
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Arden mis llamas
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P. Román Llamas, ocd
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