Estamos llamados a la alegría, estad siempre alegres, así nos quiere Jesús: he dicho estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría colmada (Jn 17,13) Y les desea esta alegría en las persecuciones y demás pruebas: Bienaventurados seréis cuando os injurien y persigan y digan con mentira contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo (Mt 5,11-12). A su vez san Pablo nos dice: Alegraos siempre en el Señor. De nuevo os lo digo, alegraos en el Señor y vuestra bondad, amabilidad sea conocida de todos los hombres. (Fil 4,4). Os doy mi gozo, mi alegría, quiero que seáis testigos de mi Resurrección, la fiesta suprema del cristiano, fiesta de alegría eterna.
Nos llama el Señor Jesús a vivir no en la tristeza, no entregarnos a la tristeza, a no dejarnos invadir ni dominar por ella. Es cierto que la tristeza puede llegar a las puertas del corazón. lo que tenemos que hacer es no dejarla entrar en él. Como dice un refrán chino: No puedes evitar que el pájaro -de la tristeza- vuele alrededor de tu cabeza, pero sí que lo dejes anidar en tu cabellera.
María es la causa de nuestra alegría. Ya su nacimiento fue un anuncio de alegría para el mundo entero. María nunca fue una aguafiestas. Todo lo contrario, Dondequiera que va, lleva consigo la alegría, la paz, lleva a Jesús. Cuando la visita el ángel para anunciarle que va a ser Madre de Dios, este le die: Alégrate, María y se llenó de más alegría. Y en el nacimiento de su Hijo nos da la Alegría personalizada, Cristo Jesús.
En la Visitación a su prima santa Isabel va movida solo por el amor y espíritu de servicio en los tres últimos meses del embarazo de la prima y, por eso, apenas la saluda salta de gozo el niño de Isabel en su vientre. María es causa y portadora de la alegría ¿Por qué no metemos más a María en nuestra vida individual, familiar y social?
En las bodas de Caná con su presencia y oración lleva la alegría a aquella familia, aquella pareja de recién casados. Se rata inicialmente de una alegría humana que acaba siendo espiritual por su simbolismo.
En el momento de la muerte de su Hijo sintió una tristeza infinita, pero no le quitó la alegría del corazón, la paz, la serenidad y tranquilidad.
Con el don del santo Escapulario, signo de predilección, llevó la alegría a su Orden perseguida a muerte por sus enemigos y con él ha hecho correr ríos de alegría por el mundo entero...
P. Román Llamas, ocd
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