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GRANDEZA DE SAN JOSÉ A LA LUZ DE SAN JUAN DE LA CRUZ (11)


A san José le enseña Dios una ciencia muy sabrosa, la ciencia del amor. El Espíritu Santo derramó en su corazón abismos de amor, como en el de la Virgen María, su esposa. No cabe mayor amor, en el que siempre va creciendo en plenitud. Este total amor a Dios, a su hijo y a su Esposa, lo describe así san Juan de la Cruz. “En aquella bebida de Dios suave, en que se embebe el alma en Dios muy voluntariamente y con grande suavidad se entrega el alma a Dios toda, queriendo ser toda suya y no tener en sí ajena de él para siempre, causando en la divina unión la pureza y perfección que para esto es menester. Que por cuanto él la transforma en sí, hecha toda suya y evacua en ella todo lo que tenía ajeno de Dios. De aquí es que no solamente según la voluntad sino también según la obra, quede ella de hecho sin dejar cosa toda dada a Dios, así como Dios se ha dado libremente a ella, de manera que quedan pagadas aquí las dos voluntades, entregadas y satisfechas entre sí, de manera que en nada haya de faltar ya la una a la otra” (CE 27,6)


A continuación, dice que el alma es su esposa y como tal no piensa en todo más que en Dios. Ese es san José, porque está como divino, endiosado, de manera que aún hasta los primeros movimientos no tiene contra lo que es la voluntad de Dios, en todo lo que él puede entender… en los primeros movimientos ordinarios se mueve e inclina a Dios por la grande ayuda y firmeza que tiene ya en Dios y perfecta conversión al bien. (CE 27,7).
 Y lo remata con estas palabras: “De lo dicho queda entendido claro que el alma que ha llegado a este estado del matrimonio espiritual no sabe otra cosa sino amar y andar siempre en deleites de amor con el Esposo. Porque como en esto a llegado a la perfección, cuya forma y ser, como dice san Pablo (Col 3,14) es clamor, pues cuanto un alma más ama, tanto es perfecta en aquello que ama, de aquí es que esta alma que ya está perfecta, toda es amor, y así se puede decir que todas sus acciones son amor, todas sus potencias y caudal de su alma emplea en amar, dando todas sus cosas, como el sabio mercader (Mt 13,16) por este tesoro de amor que halló escondido en Dios, el cual es de tanto precio delante de él que, como el alma ve que su Amado nada precia y de nada se sirve fuera del amor, de aquí es que, deseando ella servirle perfectamente, todo se emplea en amor puro de Dios”(CE 27,8).
¡Que retrato más bello y bonito de san José! San José todo amor, san José empleado todo en amor. Mirémosle en su vida diaria con Jesús y con María derrochando amor en la custodia de ellos. Ese amor que derrochan también Jesús y María, con mas perfección que él. ¿No es esa la vida del cielo, donde solo reina y se vive el amor? ¡Que grande es san José por su amor perfecto y puro de Dios!

P. Román Llamas, ocd

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