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GRANDEZA DE SAN JOSÉ A LA LUZ DE SAN JUAN DE LA CRUZ (10)


Estas palabras de Isaías hacen exclamar a santa Teresita: “Nunca palabras más tiernas ni más melodiosas alegraron mi alma” (MC 3v). "¿Qué sentirá, pues, el alma aquí, el alma de José, ante tan soberanas mercedes? ¡Cómo se derretirá de amor! ¡Cómo agradecerá ella, san José, viendo estos pechos de Dios abiertos para sí con tan soberano y largo amor!” (CE 27,2) Estas mercedes le venían tantas veces de la presencia de su hijo Jesús. Es algo que nosotros no podemos acabar de comprender. “Y sintiéndose puesta entre tantos deleites, entregase toda a sí misma a él, y dale también sus pechos de su voluntad y amor…esto es, los deleites y fuerza de mi voluntad emplearé en servicio de tu amor y por pasar así estas dos entregas del alma y Dios en esta unión, de san José y Dios, las refiere ella en la siguiente canción, diciendo: “Allí le di mi pecho…” (CE 27,2).


“En esta canción cuenta la esposa la entrega que hubo de ambas partes en este espiritual matrimonio, conviene a saber, de ella y de Dios diciendo que en aquella interior bodega de amor se juntaron en comunicación él a ella, dándole el pecho ya libremente su amor, en que le enseñó sabiduría y secretos, y ella a él, entregándosele ya toda de hecho, sin ya reservar nada para sí ni para otro, afirmándose por suya para siempre” (CE 27,3)
 Allí me dio su pecho”. Dar el pecho uno a otro es darle su amor y amistad y descubrirle sus secretos, como a amigo. Y así decir el alma, san José, que le dio su pecho, es decir que allí le comunicó su amor y sus secretos, lo cual hace Dios con el alma en este estado (CE 27,4).
 Allí me enseño ciencia muy sabrosa. La ciencia sabrosa que dice aquí que le enseñó es la TEOLOGÍA MÍSTICA, que es ciencia secreta de Dios, que llaman los espirituales contemplación, que es muy sabrosa, porque es ciencia por amor, el cual es el maestro de ella y el que todo lo hace más sabroso” (CE 27,5).

P. Román Llamas, ocd

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