La anotación
para la canción 27 es una maravilla, un deleite. Comunicase Dios al alma en
esta interior unión al modo que la esposa lo sintió en los Cantares (cita el
cp. 7,10-12): esto es, los deleites y fuerza de mi voluntad emplearé en servicio
de su amor que expresa en la siguiente canción: “Allí me dio su pecho…”
En las palabras
de la anotación vemos especialmente cuando dice que aún llega a tanto la
ternura y verdad de amor con que el inmenso Padre regala y engrandece a esta
humilde y amorosa alma, ¡oh cosa maravillosa y digna de todo pavor y admiración
que se sujeta a ella verdaderamente para la engrandecer como si él fuese su
siervo y ella fuese su Señor! ¿No podemos ver en estas palabras el misterio de
la Encarnación del Hijo de Dios, Dios como el Padre, que se sujeta en todo a
san José? – les estaba sujeto a José y María (Lc 2,51)- y esto supone un
engrandecimiento altísimo, sublime de san José por encima de todo lo que
podemos comprender. “y está tan solícito en la regalar como si él fuese su esclavo
y ella fuese su Dios. ¡Tan profunda es la humildad y dulzura de Dios!”, el hijo
de Dios, Dios como el Padre, hijo de José. José padre digno de Jesús. San José
se convierte en Señor de Jesús, y Jesús en esclavo de José. La forma de
expresarse con admiración extraordinaria de san Juan de la Cruz engrandece más
a san José este intercambio. ¡Qué grande, que sublime hace Dios a san José.
Y tras la cita de
Lc 17,37; ciñéndose, pasando de uno a otro, los servirá, añade: Y así aquí
está empleado en regalar y acariciar al alma, a san José, como la madre en servir
y regalar a su niño, criándole a sus mismos pechos. En lo cual conoce el alma,
san José, la verdad del dicho de Isaías
que dice; “A los pechos de Dios seréis llevados, y sobre sus rodillas seréis
regalados”. (Is 66,12).
P. Román Llamas, ocd
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