Ir al contenido principal

GRANDEZA DE SAN JOSÉ A LA LUZ DE SAN JUAN DE LA CRUZ (19)

Los desposorios de la Virgen y San José
        © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza

San José en el Decreto eterno de Dios fue predestinado para ser esposo de María y Padre de Jesús por su matrimonio con María, consiguientemente para cooperar en el misterio de la redención y salvación. Ha sido asociado a la vida y obra redentora del Verbo encarnado junto con su esposa María.


 San José es consciente de ello por lo que nos dicen de él san Mateo y san Lucas en sus evangelios, y sabe que la obra de la Redención la llevará a cabo Jesucristo con su vida pasión y muerte en la cruz y su resurrección. Lo ha leído y oído en las profecías del Siervo de Yahvé en Isaías. Y esto no puede por menos de producirle un dolor intensísimo. Lo que María sufrió al pie de la cruz, viendo morir a su Hijo crucificado y muerto, san José lo ha sufrido siempre que lee o medita esos textos del Siervo de Yahvé. Y aunque no está presente a la pasión y muerte en cruz de su Hijo, como su esposa María, pero todo lo que ha hecho en su vida goza de esa cooperación a la obra redentora de Cristo, porque lo vivió “sirviendo directamente a la persona y   misión de Jesucristo, mediante el ejercicio de su paternidad, de este modo él coopera en la plenitud de los tiempos al gran misterio de la redención y es verdaderamente ministro de la salvación” (RC 8), y  la Encarnación y la Redención constituyen una unidad orgánica indisoluble, donde el plan de la Redención se realiza con palabras y signos intrínsecamente  conexos entre sí. Precisamente por esta unidad el Papa Juan XXIII, que tenía una gran devoción a san José, estableció que, en el canon romano de la Misa, memorial perpetuo de la redención, se incluyera su nombre junto al de María, antes de los Apóstoles, de los Sumos Pontífices y de los Mártires” (RC 6)


P. Román Llamas, ocd

Comentarios

Entradas populares de este blog

EL AÑO JUBILAR DE SAN JOSÉ : Los pequeños servicios

Digo los pequeños servicios, pero para Dios no hay pequeños servicios porque en ello se trata de dar la voluntad a Dios Padre y cuando se trata de dar la voluntad a Dios no hay cosa pequeña, porque el más grande es precisamente dar la voluntad a Dios ya que Dios no mira la materialidad de las obras sino el amor, la voluntad con que se hacen. Me refiero a esas pequeñeces que san José te presenta siempre en la vida real que es de comunicación con muchas personas ¡Cuántas pequeñas cosas de bien que nos presenta al hilo de cada día que pudimos hacer y no hicimos! ¡Cuántas pequeñas mortificaciones que pudimos aprovechar para el bien de los demás y no las hemos aprovechado! Como una sonrisa cuando no tengo ganas de sonreír, con lo barata que es una sonrisa, una palabra amable cuando estás malhumorado, un devolver siempre bien por el mal que te hagan, un acompañar a una persona indefensa, no hacer nunca   a nadie lo que   no quieres que te hagan a ti, ayudar a una persona mayor a...

carta P General Miguel Márquez

  Querido Román padre y hermano. Nos sentimos todos huérfanos de tu presencia en esta hora de despedidas. Pero quiero expresarte lo que no te dije en vida ahora que me puedes escuchar mejor aún, aunque siempre escuchabas atento.   Gracias por tu testimonio de entusiasmo por la vida y por el presente. Gracias por regalarme en tu persona un ejemplo de dignidad amable y de amistad fiel con tantísima gente que encontraba en ti un apoyo seguro y una palabra sabia.   Nos has enseñado en tu manera de vivir algo que difícilmente aprendemos: el cuidado de ti mismo, de tu salud y de tu descanso, tus paseos y tu constancia, tu manzana y tu zumo de limón. Hemos vivido juntos seis años que fueron decisivos. Me enseñaste con la vida y con la entrega lo que ningún discurso acierta a decir. Dondequiera que voy me preguntaban por ti y todos los que te recuerdan de Roma son unánimes en la nobleza de tu presencia y la capacidad para dar alas y confianza a cada uno. La sonrisa con...

SAN JOSÉ CONTEMPLATIVO (6 de 6)

Las altas comunicaciones místicas, como las que experimentó santa Teresa de Jesús, y con cuánto sabor espiritual, como ella cuenta, se experimentan en el más profundo y amoroso silencio. Escribe santa Teresa: “Pasa con tanta quietud y tan sin ruido todo lo que el Señor aprovecha aquí al alma y la enseña, que me parece que es como en la edificación del templo de Salomón adonde no se había de oír ningún ruido (1Rey 6,1), así es en este templo de Dios, en esta morada suya, solo él y el alma se gozan con grandísimo silencio” (7M 3,11). Con grandísimo silencio se gozan san José y el Espíritu Santo en la comunicación y enseñanza de esta ciencia de amor que este le va enseñando día tras día. San Juan de la Cruz afirma a su vez: “porque lo que Dios obra en este tiempo no lo alcanza el sentido, porque es en silencio, que como dice el sabio, las palabras de la sabiduría oyense en silencio” (Eclo 9,17) (Llama, 3.67). P. Román Llamas, ocd