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GRANDEZA DE SAN JOSÉ A LA LUZ DE SAN JUAN DE LA CRUZ (16)


Contemplemos a san José conviviendo con Jesús y María, que andan en un amor más perfecto que el de José, cuanto le ayudarían a vivir amando siempre. Vive en un ambiente muy sobrenatural de amor. No sé por qué los que escriben de san José no insisten más en esta atmósfera de amor en que se mueve la Trinidad beatísima de la tierra, pues María y José saben que el Hijo con quien conviven es Dios. A una y a otro se lo ha revelado un ángel de parte de Dios. A María: “vas a concebir en el seno y darás a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús…El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder el Altísimo te cubrirá con su sombra y por eso el que va a nacer será Santo y será llamado Hijo de Dios” (Lc 1,31.35). A José, a su vez le dice el ángel: “José, no temas tomar a María en tu casa, porque lo que hay en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1,21). ¿Quién puede perdonar los pecados sino Dios? Y de esta certeza viven a diario María y José. Saben que el niño, el joven que vive con ellos en su casa es Dios. Viven viendo y ayudando a Dios. Saben que educan a Dios humanado.


José y María están viviendo junto a un fuego, a una hoguera de amor que es el Hijo de Dios y Dios como él. ¿Cómo puede ser que no se inflamen, ni ardan?  Claro que se inflaman y arden. ¡Oh llama de amor viva! “Esta llama es el Espíritu de su Esposo que es el Espíritu Santo, el Espíritu de Jesús, el cual siente ya el alma en sí no solo como fuego que la tiene consumada y transformada en suave amor, sino como fuego que demás de eso arde en ella y echa llama, como dije.  Y aquella llama cada vez que llamea baña al alma de gloria y la refresca en temple de vida divina” (LL 1ª, 2).

Y así en este estado no puede el alma hacer actos, que el Espíritu Santo los hace todos y le mueve a ellos y, por eso, todos los actos de ella son divinos pues es hecha y movida por Dios.

"De donde al alma le parece que cada vez que llamea esta llama, haciéndola amor con sabor y temple divino, la está dando vida eterna pues la levanta a operaciones de Dios en Dios” (LL 1ª,4). Estas experiencias las gozaba san José, levantado a este altísimo estado de matrimonio espiritual.


P. Román Llamas, ocd



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