Ir al contenido principal

ENGRANDECIMIENTO DE SAN JOSÉ (2 de 3)

San José, Bartolomé Esteban Murillo

¿Quién puede imaginar los abismos de gracia, santidad y virtudes que Dios y el Espíritu Santo derramaron en la persona de san José? Nadie. Excede toda imaginación y ponderación. Un predicador del siglo XVII, Ignacio Coutiño, dominico, prendado ante la inmensa grandeza de san José la aplica estos calificativos, ponderativos: gloriosísimo, santísimo, virgen purísimo, sacratísimo, amantísimo de Dios, superlativamente querido de Dios, ilustrísimo, santo de mi alma, José divino, padre, superior y dueño de la casa de Dios; Jesús, María y José, y vale más esta casa que manda José que todo el resto de la Iglesia. Ningún otro santo llegó a dignidad tan soberana.

Dios Padre y su Espíritu Santo, al casarle con María, le hicieron partícipe de la llenez de gracia y de virtudes de su esposa, de su humildad y sencillez, de su amor y hermosura y demás virtudes de María, de los abismos de amor que había en su corazón sacratísimo, de los encantos de su dulzura, bondad y misericordia, de su espléndida virginidad y de los privilegios de María con la excepción del de su inmaculada concepción.

Con razón escribe san Bernardino de Siena: “¿Cómo podrá pensar el entendimiento discreto que había de unir el Espíritu Santo el alma soberana de la Virgen en unión tan estrecha de matrimonio a otra alma que no fuese a ella semejantísima en la perfección de las virtudes? Por donde creo que san José fue limpidísimo en virginidad, altísimo en contemplación, diligentísimo por la salud de todos, a semejanza de su esposa, porque fue ayuda semejante a la Virgen”
P. Román Llamas, ocd

Comentarios

Entradas populares de este blog

EL SUEÑO DE SAN JOSÉ (1 de 5)

La revelación del misterio que el Espíritu Santo realiza en María, su mujer, dice el evangelio que se lo manifestó a José en sueños. ¿Quizás soñó José con lo que había descubierto despierto? José se ha dado cuenta de lo que se nota en María y entra en duda de qué actitud debe tomar ante tal suceso, no sabe qué hacer. Hasta se le ocurre despedirla en secreto. Con estos pensamientos se acuesta, se duerme y sueña.   ¿Qué sueña San José? ¿Qué se le representa a San José en sueños? Lo que ha imaginado y soñado despierto. Que María es una criatura encantadora, una joven responsabílisima. Que María no ha podido hacer nada innoble. Y que Dios no ha podido permitir que un desalmado la haya desflorado. ¿Qué habrá pasado? ¿Quizás ha intervenido milagrosamente el Todopoderoso y por obra del Espíritu Santo María está encinta, como profetizó el profeta Isaías? Porque los signos de una maternidad son evidentes. ¿Qué hago? Y en el sueño se agolpan los pensamientos. ¿Darle el libelo de repu

EL ÚLTIMO ADVIENTO DE SAN JUAN DE LA CRUZ (1 de 4)

    El último adviento de San Juan de la Cruz es el que vive en Úbeda, en 1591, enfermo en su celda y doliente. Muere en ese adviento. La esperanza y la alegría de San Juan de la Cruz se han ido desarrollando de una manera estupenda a lo largo de toda su vida. Juan de la Cruz era apacible, alegre, afable, enemigo de la melancolía en si y en los otros. No se reía descompasadamente, sino con una afabilidad que tocaba, pegaba alegría. Procuraba que sus súbditos no saliesen nunca tristes de su presencia. Era alegre, optimista. Ve el mundo vestido de alegría y hermosura, "de aquella infinita hermosura sobrenatural de la figura de Dios (que el Verbo), cuyo mirar viste de hermosura y alegría el mundo y a todos los cielos (CE 6,1). ¡Qué bonito es verlo todo vestido y derramando la alegría de Dios, todo vestido y derramando Encarnación y Navidad! Alegría que nace, como de su fuente, de su esperanza viva, de su gran esperanza. San Juan de la Cruz hizo suya la exhortación de San Pablo: Vivid

EL ÚLTIMO ADVIENTO DE SAN JUAN DE LA CRUZ (4 de 4)

La esperanza de ir al cielo, que se apoya en el amor de Dios que nunca falta, es una esperanza de gloria y ciertísima, esperanza del cielo tanto alcanza cuanto espera, y así, cuando oye las campanas de la Iglesia del salvador, pregunta: ¿a qué tañen? A maitines, le dicen ¡Gloria a Dios, que al cielo los iré a decir! Los maitines que Juan de la Cruz va a cantar al cielo son los de nuestra Señora, ya que en ese día, en el que él iba a morir, se celebraba la liturgia de Santa María en sábado. Esta nota de amor mariano no era algo improvisado sino culminación de una devoción vivida larga e intensamente. Al deseo del cielo le llevaba suavemente la devoción a María. Solía decir que "por pequeña que fuese la imagen de la Virgen nuestra Señora pintada, cuando la miraba, le causaba aquel amor, respeto y claridad en el alma, como si la viera en el cielo" (BMC 14,168). San Juan de la Cruz muere el 14 de diciembre de 1591, en plena celebración del Adviento, que para él, aquel año, acabó