Por eso la Hermosura de María resplandece en la Bondad y Verdad de María.
María es Hermosa porque llenándola el Espíritu Santo de su gracia la ha
preservado de toda mácula de pecado, la única fealdad y origen de todas las
fealdades. Entre los daños que producen en el alma los apetitos desordenados de
los pecados es que la manchan, la tiznan, en María no se ha dado la mínima
tacha de pecado. El Espíritu Santo la ha llenado con todos sus dones y gracias
sin dejar el mínimo hueco para el mal en el momento mismo de su concepción.
Es lo que significan el pan agia=toda santa, de la Iglesia de Oriente y
el tota pulchra=toda hermosa, de la liturgia romana. En María todo es
hermoso, bueno, verdadero, encantador, atrayente.
María con su Hermosura tan singular
nos estimula, nos empuja a buscarla y conseguirla. Nos invita a caminar por el
camino de la belleza, via pulchritudinis, que es el camino del
amor. ¿No resulta hermosísimo el gesto del buen samaritano, cogiendo al medio
muerto que encuentra en el camino, le carga en su cabalgadura, le lleva a la
posada y manda que le hagan las curas pertinentes y lo paga de su bolsillo?
Y, por el contrario, ¿no resultan feísimas las posturas del sacerdote y el
levita que se pasan al otro lado del camino para no encontrarse con el
moribundo?
P. Román Llamas, ocd
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