Le niegan el pan y el vino y la estola para celebrar la Eucaristía y el compone la FONTE que mana y corre con una intensificación interior del misterio realmente maravillosa.
Cuando uno pierde un sentido, se intensifica más la capacidad de los otros. Es lo que sucedió a San Juan de la Cruz en la cárcel. Ni ve ni oye por fuera, entonces se le desarrollaron la vista y el oído interiores del alma y oye y ve de una manera singular las sustancia del misterio navideño en su preparación y realización. Al adviento se refieren las estrofas 4,5 y 6. La primera estrofa es una explosión de gozo describiendo el desposorio que el Verbo iba a hacer con la humanidad, con todos los bienes que al hombre tal desposorio traería; la 5 y 6 es un canto de esperanza y petición de que ese desposorio se realice rápidamente, una esperanza cierta y segura. Esperanza que aviva en su corazón y, porque esperó y actuó la esperanza, pudo salir providencialmente de la cárcel.
Fue, sin duda, el adviento-Navidad más intenso y gozoso que el Santo celebró en toda su vida, este de 1577, y que, pienso, recordó siempre con gozo del alma.
P. Román Llamas, ocd
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