Voy a presentar una ficha, breve, dado la de cosas que se
pueden decir del santo Patriarca, como el carnet de identidad de esa figura
extraordinaria, única que es San José, todo un monumento de santidad y gracia y
todo un encanto de persona. Su santidad, su vida no nos abruma ni oprime, más
bien nos atrae, nos estimula, nos cautiva. San José, como María, hace más fácil
la santidad.
Nacido en Palestina de la familia de David, fue circuncidado al octavo día
y le pusieron por nombre José = que Dios añada. Habitante de Nazaret, era
artesano de la madera. San José es un hombre, como los demás hombres, que tiene
su psicología, su historia, su entorno, que tiene su modo peculiar de ser…Pero
que presenta unas notas específicas y propias, suyas, que le distinguen de
todos los demás, notas que le engrandecen enormemente: esposo de María y padre
de Jesús por su matrimonio con María. Desde la eternidad le predestinó el Padre
para que fuese esposo de la madre de su Hijo y, consiguientemente padre de su
propio Hijo. Predestinado y preparado por Dios mismo que todo lo hace con peso
y medida. “ya que en la predestinación eterna no solo está comprendido lo que
se ha de realizar en el tiempo sino también el modo y el orden de su
ejecución”. (Sto Tomás). Y, si en ese decreto eterno esta predestinada María
por ser la Madre del Verbo, lo está también San José porque el Hijo de Dios
tenía que nacer de una virgen desposada con un hombre llamado José (Lc
1,26-27). San José pertenece al Orden hipostático de la gracia, Orden al que de
por sí solo pertenece Jesucristo, porque es el Orden de la redención y
salvación de los hombres después del pecado de los primeros padres -solo él
piso el lagar (Is 63,3), pero quiso asociar a su obra, a María como madre y a
José como padre por su matrimonio con María; por eso a María la llamamos
corredentora y a José corredentor, José en el último puesto, pero el ínfimo en
un orden superior está muy por encima del primero en un grado inferior. Por eso
san José está muy por encima de todos los demás santos Solo él, forma la
Trinidad de la tierra con Jesús y María.
San José es un hombre excepcional, dotado abundantísimamente de todos los
dones necesarios y convenientes para llevar acabo la misión singular que Dios
mismo le encomienda, ”San José ha sido llamado por Dios para servir directamente
a la persona y misión de Jesús mediante el ejercicio de su paternidad, de este
modo él coopera en la plenitud de los tiempos al gran misterio de la redención
y es verdaderamente ministro de la salvación” (DC 8) Dios no iba a casar a su
madre con un cualquiera, sino con un hombre que reuniera todas las condiciones
de esposo y de padre en grado sumo. Le dotó de una ternura inefable, de una
bondad dulcísima, de un amor abisal, de una entrega total, de un espíritu de
servicio hasta el martirio, de todas las virtudes en grado superlativo, que eso
significa el siendo justo del
evangelio de Mateo, según san Juan Crisóstomo, virtuoso en todo, un hombre
cabal, perfecto en todo. Hay que alinearlo con Jesús y María por encima de
todos los demás santos.
Es el hombre en quien Dios pone toda su confianza y le hace Señor de todas
sus posesiones. Dios encomienda a San José la custodia de los mejores tesoros
que tiene en el cielo y en la tierra, los más preciosos y queridos. José es el
Custodio, el guardián de Jesús y de María, los dos más preciados y amados del
Señor. Y es el hombre que respondió a esta confianza de Dios de una manera
admirable y sublime no faltando nunca en nada, llevando a cabo su cometido con
un comportamiento en el que no hubo el menor fallo, la menor imperfección ¿A
quién encomendarías tú tus tesoros más valiosos y queridos de tu vida? ¿a
cualquier persona? No. Buscarías la mejor. Dios no busca, es que la
prepara él con la sabiduría y poder de su Espíritu Santo. Uno se pierde cuando
reflexiona en lo que Dios puso en san José por ser Custodio de Jesús y de
María. De hecho, los hombres buscan el mejor colegio para sus hijos, el puesto
más alto, el mejor amigo… La Madre de
los Zebedeo pide a Jesús para sus dos hijos los primeros puestos en su reino.
Se anuncian cerraduras especiales antirrobo. No se las pone en una casa en
la que no se tiene nada de valor real o sentimental…San José es esa cerradura
antirrobo viviente con la que Dios custodió de todos sus enemigos y ladrones a
sus tesoros más queridos, preciosos y preciados y ¡qué bien los guardó.! Mucho
mejor que había guardado el José del A. Testamento el trigo en los graneros del
faraón. Dice Santa Teresa: “No sé cómo se puede pensar en la reina de los
ángeles en el tiempo que tanto pasó con el Niño Jesús, que no den gracias a San
José por lo bien que les ayudó en ellos” (V 6,8)
Por eso San José es el hombre más excelente, más dotado, más santo. Con
relación a los demás santos es un Sol, y, si los comparamos con los ríos, es el
Nilo. Dios derramó a manos llenas su gracia y sus bendiciones sobre él. Es el
lleno de gracia. El Espíritu Santo lo llenó de todo el amor de esposo y de
padre que cabe en un corazón humano. Abismos de amor derramó en su corazón y
con estos abismos de amor ama a su esposa, María, que por eso cuando pensaba en
abandonarla en secreto, ante la prueba del embarazo de María y no pasó del
pensamiento, se le arrancaban las entrañas y se le partía el corazón, porque la
amaba entrañablemente, dice san Juan de Ávila. Con abismos de amor e inefable
ternura amaba a su hijo, que experimentaba cuando le oía llamarle abbá, papá y
cuando le abrazaba y besaba. La primera vez que le oyó de sus labios de niño
llamarle abbá, papá, el corazón le estallaba de ternura y alegría ¿Quién puede
comprender lo que Dios derrama de gracia y las maravillas que hace en un hombre
cuando se da en engrandecerle? que dice san Juan de la Cruz. No hay
entendimiento humano que lo pueda alcanzar ni imaginar. Y Dios se dio en
engrandecer a san José. Y el encanto de su grandeza singular está en su
santidad, en su sencillez y humildad, en su fe, en su respeto, en su servicio y
custodia. Pasó por la vida como el ángel de la guarda que protege siempre, pero
se oculta, se le siente, pero no se le ve, como una sombra protectora. Es
el Santo del silencio. El Evangelio solo nos conserva una palabra de san José:
Jesús. En el momento de la circuncisión le puso por nombre Jesús, según se lo
había mandado el ángel del Señor. Palabra que vale por todas las palabras y las
supera a todas con creces. ¡Qué sentirá san José cuando pronunció Jesús!
Toda la santidad y grandeza espiritual de San José le viene por ser esposo
de María y padre de Jesús, su fidelísimo Custodio; por facilitar a Dios su
programa de salvación; por colaborar con el Espíritu Santo en la preparación y
realización de la venida del Hijo de Dios a la tierra: José le preparó la casa,
la cuna, el hogar, la familia, el nombre, la crianza… Sin él no hubiera sido
posible, según los planes eternos de Dios, la venida de su Hijo al mundo. Es el
primer depositario, junto con María, del misterio divino de la salvación, es
ministro de la salvación. Declarado Patrono de la Iglesia por Dios, por
mediación del B. Papa Pío IX, es el patrono de todas sus instituciones, es el patrono
de la nueva evangelización. Es el Padre de la Iglesia. Por eso, también
es el único santo que todo lo puede y todo lo alcanza de su Hijo Jesús., el
único que ayuda en todas las necesidades de cuerpo y de alma, es todopoderoso y
todo bondad, es Padre y Señor. Y el que no lo crea que haga la prueba. Así lo
dice Santa Teresa, la mayor evangelista de san José, que experimentó de manera
singular e inmensa su protección y ayuda en todas y graves necesidades de
cuerpo y de alma: de todos los peligros de cuerpo y de alma me libró este mi
Señor y Padre San José. “Solo pido por amor de Dios que lo pruebe quien no me
creyere y verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso
santo y tenerle devoción” No recuerdo haberle pedido cosa que no me haya
concedido. (V 6,8).
P.
Román Llamas, ocd
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