San José vive el misterio del nacimiento
de Jesús en una intimidad muy íntima con María, su esposa, y abundan en los
mismos sentimientos de pasmo y asombro y de alegría y gozo. Aunque el ángel le
ha dicho que imponga el nombre de Jesús al niño que va a nacer de su esposa
María, porque salvará a su pueblo de sus pecados, al tenerle delante de sí,
recién nacido, no puede menos de pasmarse, de maravillarse, de caer de rodillas
y adorar la Belleza, la Fuerza y la Grandeza de aquel niño Dios, en un profundo
y lleno silencio que es la mayor alabanza, junto con su esposa María. Ha bajado
al mundo en carne humana la bondad, la benignidad, la ternura infinita de Dios.
Y él es su padre por designio de Dios, que le casó con la Virgen María antes de
nacer el niño.
En
la pobreza del establo y la ausencia de conocidos y allegados, reina una
inmensa alegría en el corazón de José y de su esposa María. Si siempre el
nacimiento de un niño es motivo de mucha alegría, el nacimiento del niño Jesús,
en quien la Ternura de Dios se ha hecho carne, es un desbordamiento de alegría
en el corazón de sus padres. Ha nacido el Salvador del mundo y con su
nacimiento, como canta la Kalenda de Navidad, el Padre bueno del cielo ha
consagrado al mundo con su misericordiosísima Natividad. Con el nacimiento de
Jesús se ha borrado el pecado del mundo. Ha nacido el AMOR.
¿Qué
cosas le diría al Niño, hijo suyo, con la certeza de que el Niño le entiende?
Te quiero, amor mío…le besaría y abrazaría tiernamente, no llores, cariño que
tu madre está durmiendo…me gustaría que en lugar de un establo esto fuese un
palacio, y rápidamente cae en la cuenta que el palacio es donde está el Rey y
este establo es un palacio porque en él está el Rey Jesús. Y ya desde el primer
instante le llamaría Jesús con su esposa María. “Contó el uno al otro el dulce
nombre de Jesús que el ángel les había dicho que pusiesen al Niño después de
nacido; y fue un particular gozo entre ellos de oír nombre tan excelente y
consolativo como Jesús, que quiere decir Salvador…Salvador de los pecados” (San
Juan de Ávila, Sermón de San José), que era miel en su boca y júbilo gustoso en
el corazón.
¡Oh,
la Navidad de San José, vivida toda interiormente en el corazón con una actitud
de pasmo y maravilla y una intensidad de alegría y gozo inefables!
P. Román Llamas OCD.
Comentarios
Publicar un comentario