En muchos libros suele haber un capítulo que destaca por algún motivo especial. Eso pasa con el capítulo VI de la Vida de santa Teresa, el libro de las misericordias de Dios para con ella; es un panegírico breve, pero denso, sobre san José y su devoción profunda a él. Una exposición sencilla de una de tantas misericordias de Dios para con ella, que le regaló por medio del glorioso Patriarca. Sus palabras, al tiempo que enseñanza y doctrina, son un surtidor frontal de su profundísimo amor a san José, de devoción sincera y verdadera, de deshacimiento de un corazón divinamente agradecido y apostólico: "quisiera persuadir a todos que fuesen muy devotos de este glorioso Santo".
Digo los pequeños servicios, pero para Dios no hay pequeños servicios porque en ello se trata de dar la voluntad a Dios Padre y cuando se trata de dar la voluntad a Dios no hay cosa pequeña, porque el más grande es precisamente dar la voluntad a Dios ya que Dios no mira la materialidad de las obras sino el amor, la voluntad con que se hacen. Me refiero a esas pequeñeces que san José te presenta siempre en la vida real que es de comunicación con muchas personas ¡Cuántas pequeñas cosas de bien que nos presenta al hilo de cada día que pudimos hacer y no hicimos! ¡Cuántas pequeñas mortificaciones que pudimos aprovechar para el bien de los demás y no las hemos aprovechado! Como una sonrisa cuando no tengo ganas de sonreír, con lo barata que es una sonrisa, una palabra amable cuando estás malhumorado, un devolver siempre bien por el mal que te hagan, un acompañar a una persona indefensa, no hacer nunca a nadie lo que no quieres que te hagan a ti, ayudar a una persona mayor a...
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