La devoción y amor la Virgen María del Monte Carmelo es una de las más ricas herencias que los pocos religiosos que pudieron escapar a la persecución sarracena trajeron de la tierra de Jesús a Europa en el siglo XIII. Aquellos santos varones habían escuchado, meditado y vivido las palabras de Jesús en la cruz: He ahí a tu madre e hicieron a María su madre singular hasta tal punto que el Carmelo desde sus orígenes es todo de María. María se movía por el eremitorio como verdadera y solícita madre.
Y como el movimiento se demuestra andando y el amor amando aquel puñado de carmelitas venido de Palestina en las nuevas comunidades fundadas en distintos lugares y ciudades europeas siguieron honrando y venerando a María como verdadera Madre. Y si entre todos había una santa emulación por demostrar ese amor y devoción a su madre, algunos descollaron a mucha altura por su amor singular a la Virgen María.
A su vez la Virgen María. que no se deja vencer nunca en generosidad, había tomado muy en serio las palabras de Jesús: He ahí a tus hijos, y los protegía de manera singular, como lo hace siempre con todos sus hijos.
Especialmente les ayuda y protege en momentos de dificultad y prueba, porque es tanto su amor de madre que no sufre ni aguanta el no acudir a remediar sus males rápidamente cuando los ve sufriendo y en dificultad. Así es María. Había muchas dificultades para que una Orden nueva se estableciese en Europa. Eran tiempos de economías pobres. No faltaron persecuciones contra la nueva Orden de los carmelitas y es precisamente en un momento grave de persecución cuando la Virgen acude de una manera providencial y singular en ayuda de sus hijos y hermanos los carmelitas.
Los autores carmelitas nos describen al General de la Orden, San Simón Stock, implorando el auxilio de la Virgen, porque cuando ya no sabemos qué hacer esto sólo nos queda: volver los ojos a Dios (2Cro 20,12). Así oraba el General y esto le decía:
Flor del Carmelo Vid florida
Esplendor del cielo, Virgen fecunda y singular,
Madre dulce y virginal
A los carmelitas da privilegios,
Estrella del mar.
Y la Virgen acudió presurosa en ayuda de sus hijos y hermanos y como prenda singular de esta ayuda y protección especial nace el escapulario de la Virgen del Carmen. En el escapulario colocan los autores la respuesta de amor a una oración ferviente y confiada: señal, indicio de una dilección inestimable de amor; monumento eterno de benevolencia de la Virgen María a los carmelitas. El escapulario de inscribe en la historia secular de las visitas de la Virgen María, siempre visitas de gracia y misericordia a sus hijos peregrinos por este mundo. “Con amor eterno se cuida de los hermanos de su Hijo, que todavía peregrinan y se hallan en peligros y ansiedades hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada” (LG 62). Peligros y ansiedades es lo padecía la Orden del Carmen en aquellos tiempos.
P. Román Llamas, ocd
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