En muchos libros suele haber un capítulo que destaca por algún motivo especial. Eso pasa con el capítulo VI de la Vida de santa Teresa, el libro de las misericordias de Dios para con ella, sobre san José y su devoción profunda a él...“Quisiera persuadir a todos que fuesen muy devotos de este glorioso Santo”.
P. Román Llamas, ocd.
Señor es sinónimo de poder. Unido a
Padre –mi Padre y Señor- significa que la bondad y ternura de Dios son
omnipotentes. Este nombre de Señor se le da constantemente en las Escrituras a
Dios Padre y a su Hijo Jesucristo para significar su poder universal y único.
De tantísimos lugares, escojo estos dos textos: "No hay otro Dios fuera de mí,
Dios justo y salvador… porque yo soy Dios y no existe ningún otro. Yo juro por
mi nombre… que ante mí se doblará toda rodilla y toda lengua jurará
diciendo: Solo en Yahvé hay victoria y
fuerza" (Is 45,21-23). “Por lo cual Dios lo exaltó y le otorgo el nombre que
está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en
los cielos, en la tierra y en los abismos y toda lengua confiese que Cristo es
SEÑOR para gloria de Dios Padre” (Fil 2,9-11).
Paternidad y Poder omnipotente de
san José podía ser el título de este panegírico escrito por santa Teresa desde
su experiencia. En estas dos realidades pone toda su fuerza y argumentación
para exaltar la grandeza se san José. No es como los demás santos que socorren
en algunas necesidades, san José socorre en todas y siempre. Y en este aspecto
san José es singular y único, socorre en todas las necesidades del cuerpo y del
alma, su poder es omnipotente y universal y lo sabe por experiencia A ella
personalmente le ha alcanzado tantas mercedes y gracias. Si fue grande la
merced que le hizo, curándola de aquella gravísima enfermedad que la puso a las
puertas de la muerte, y la dejó tres años tullida, ha habido después otras
necesidades mayores de honra y pérdida de alma de las que ese su padre y señor
la sacó con más bien “Vi claro que así de esta enfermedad como de otras mayores
de honra y pérdida de alma este padre y señor mío me sacó con mas bien que yo
le sabía pedir… Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado Santo; de los peligros
que me ha librado, así de cuerpo como de alma, que a otros santos parece les dio
el Señor gracia para socorrer en una necesidad, a este glorioso santo tengo experiencia que socorre en todas y que quiere
el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra, que como
tenía nombre de padre –siendo ayo- le
podía mandar, así en el cielo hace cuánto le pide” (V 6,6)
Con relación al socorro en todas las
necesidades de cuerpo como de alma dice en el capítulo 7 de la Vida: “Oh
válgame Dios, si hubiera de decir las ocasiones que en estos años Dios me quitaba y como me tornaba yo a
meterme en ellas – en este capítulo narra como Dios le dio a entender que no
quería que tratase con un caballero que iba a verla y a pesar de ese aviso volvió a estar con el
en el locutorio y apareció un bicho a manera de sapo gordo, con lo que le dio
Dios a entender que no le gustaba aquella amistad. (V 6 y 8) - y de los
peligros de perder del todo el crédito que me libró” (V 7,18).
Y concretamente hay que hablar a
este respecto del milagro de la fundación del primer convento de san José de
Ávila, obra del mismo san José. Escribe el P. Gracián: “De la manera que el
glorioso san José hizo milagro en la fabrica de este monasterio (de san José de
Ávila) podría contar de otros muchos, así de frailes como de monjas, que parece
imposible haberse labrado si este glorioso santo no hubiese puesto las manos en
estas fábricas” (Josefina l, 5,c.4;
BMC 16, p. 447).
Uno de los momentos en que san José
le pide a santa Teresa la confianza en él, es en el milagro de la fundación de
san José de Ávila, el inicio de la Reforma. Ampliamente y con todo lujo de detalles
puede verse esta historia en el P. Efrén, Tiempo
y Vida de santa Teresa, (P. 1. cp 9, p. 220-235).
Si en todas las fundaciones tuvo
dificultades y contratiempos, las de primer convento fueron extraordinarias. El
P. Ribera dice que cuando se enteró el pueblo de que se había fundado un nuevo convento,
“revolviólo todo el demonio, de manera que a los principales del pueblo se les
puso en la imaginación que, si no lo deshacían, la ciudad se había de destruir.
Y tomaron una ira grande y porfía, y comenzó el pueblo a alborotar”. (Vida
de la Madre Teresa, l.2, c. 4, p.142).
Estaba la Santa con tan gran
contento de que se había puesto el Santísimo Sacramento en una nueva iglesia
dedicada a san José, que no había en Ávila y de haber llevado a cabo lo que el
Señor tanto le había mandado, que estaba como fuera de sí. Y súbitamente “Acabado
todo esto, sería como a tres o cuatro horas, me revolvió el demonio una batalla
espiritual… Púsome delante si había estado mal hecho lo que había hecho, si iba
contra obediencia… y que, si habían de tener contento las que aquí estaban en
tanta estrechez, si les había de faltar el comer, si había sido disparate…
Cosas de esta hechura me ponía
juntas que no era en mi mano pensar en otra cosa, y con esto una aflicción y
oscuridad y tinieblas en el alma, que yo no lo sé encarecer. De que me vi así,
fuime a ver el Santísimo Sacramento, aunque encomendarme a él no podía; parece
que estaba en una congoja como quien está en agonía de muerte". (V 36,8)
Con la visita al Santísimo Sacramento
desapareció la tentación y la Santa quedó sosegada y contenta. Volvió la
alegría a su rostro. Poco duró la situación porque en la Encarnación se
alborotaron las monjas ante el alboroto del pueblo y la Priora mandó a llamarla
para que se volviese enseguida al convento.
La Santa volvió enseguida, no sin
dejar unas instrucciones a las cuatro novicias, a las que encomendó a san José. "Bien vi que se me habían de ofrecer hartos trabajos, pero como ya quedaba
hecho, muy poco se me daba." ¡Qué confianza la de la Santa! "Hice oración,
suplicando al Señor me favoreciese, y a mi padre san José que me trajese a su
casa y ofrecíle lo que había de pasar y muy contenta se ofreciese algo en que
yo padeciese por él, como los apóstoles que después de ser azotados por el Sanedrín, iban contentos de ser hallados dignos de padecer algo por el Nombre
de Jesús (Act 5,41), y le pudiese servir” (V 36;11). Santa teresa ofrece sus
sufrimientos a san José. La turba del pueblo intentó abatir las puertas del
nuevo convento, pero no pudieron derribarlas –estaban guardadas por la imagen
de la Virgen, como las de la iglesia por san José- y las monjas habían puesto
en ellas algunos maderos para reforzarlas.
El Consejo de la ciudad se hizo
cargo de la situación y después de varias juntas del mismo se reunió el 30 de agosto
de 1562 en Junta General, a la que asistieron los hombres más distinguidos de
la ciudad. El resultado de esta Junta lo describe así la Santa: "Unos callaban,
otros condenaban, en fin, concluyeron que luego se deshiciese". (V 36,15) el
nuevo convento.
P. Román Llamas, ocd.
Siguientes publicaciones:
· Su verdadero Señor (continuación)
· San José Maestro de oración
· Experiencia de santa Teresa
· Santa Teresa evangelizadora de san José
· Sed de almas de santa Teresa
· Meditación sobre santa Teresa
· Santa Teresa evangeliza a san José
· San José titular de sus fundaciones
· Conclusión
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