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Su verdadero Señor (3 de 11)

En muchos libros suele haber un capítulo que destaca por algún motivo especial. Eso pasa con el capítulo VI de la Vida de santa Teresa, el libro de las misericordias de Dios para con ella, sobre san José y su devoción profunda a él...“Quisiera persuadir a todos que fuesen muy devotos de este glorioso Santo”.
P. Román Llamas, ocd.

            Señor es sinónimo de poder. Unido a Padre –mi Padre y Señor- significa que la bondad y ternura de Dios son omnipotentes. Este nombre de Señor se le da constantemente en las Escrituras a Dios Padre y a su Hijo Jesucristo para significar su poder universal y único. De tantísimos lugares, escojo estos dos textos: "No hay otro Dios fuera de mí, Dios justo y salvador… porque yo soy Dios y no existe ningún otro. Yo juro por mi nombre… que ante mí se doblará toda rodilla y toda lengua jurará diciendo:  Solo en Yahvé hay victoria y fuerza" (Is 45,21-23). “Por lo cual Dios lo exaltó y le otorgo el nombre que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos y toda lengua confiese que Cristo es SEÑOR para gloria de Dios Padre” (Fil 2,9-11).

            Paternidad y Poder omnipotente de san José podía ser el título de este panegírico escrito por santa Teresa desde su experiencia. En estas dos realidades pone toda su fuerza y argumentación para exaltar la grandeza se san José. No es como los demás santos que socorren en algunas necesidades, san José socorre en todas y siempre. Y en este aspecto san José es singular y único, socorre en todas las necesidades del cuerpo y del alma, su poder es omnipotente y universal y lo sabe por experiencia A ella personalmente le ha alcanzado tantas mercedes y gracias. Si fue grande la merced que le hizo, curándola de aquella gravísima enfermedad que la puso a las puertas de la muerte, y la dejó tres años tullida, ha habido después otras necesidades mayores de honra y pérdida de alma de las que ese su padre y señor la sacó con más bien “Vi claro que así de esta enfermedad como de otras mayores de honra y pérdida de alma este padre y señor mío me sacó con mas bien que yo le sabía pedir… Es cosa que espanta las grandes mercedes que  me ha hecho Dios por medio de  este bienaventurado Santo; de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma, que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad, a este glorioso santo tengo  experiencia que socorre en todas y que quiere el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra, que como tenía nombre de padre –siendo ayo-  le podía mandar, así en el cielo hace cuánto le pide” (V 6,6)    
       
            Con relación al socorro en todas las necesidades de cuerpo como de alma dice en el capítulo 7 de la Vida: “Oh válgame Dios, si hubiera de decir las ocasiones que en estos años  Dios me quitaba y como me tornaba yo a meterme en ellas – en este capítulo narra como Dios le dio a entender que no quería que tratase con un caballero que iba a verla  y a pesar de ese aviso volvió a estar con el en el locutorio y apareció un bicho a manera de sapo gordo, con lo que le dio Dios a entender que no le gustaba aquella amistad. (V 6 y 8) - y de los peligros de perder del todo el crédito que me libró” (V 7,18).

            Y concretamente hay que hablar a este respecto del milagro de la fundación del primer convento de san José de Ávila, obra del mismo san José. Escribe el P. Gracián: “De la manera que el glorioso san José hizo milagro en la fabrica de este monasterio (de san José de Ávila) podría contar de otros muchos, así de frailes como de monjas, que parece imposible haberse labrado si este glorioso santo no hubiese puesto las manos en estas fábricas” (Josefina l, 5,c.4; BMC 16, p. 447).



            Uno de los momentos en que san José le pide a santa Teresa la confianza en él, es en el milagro de la fundación de san José de Ávila, el inicio de la Reforma. Ampliamente y con todo lujo de detalles puede verse esta historia en el P. Efrén, Tiempo y Vida de santa Teresa, (P. 1. cp 9, p. 220-235).

            Si en todas las fundaciones tuvo dificultades y contratiempos, las de primer convento fueron extraordinarias. El P. Ribera dice que cuando se enteró el pueblo de que se había fundado un nuevo convento, “revolviólo todo el demonio, de manera que a los principales del pueblo se les puso en la imaginación que, si no lo deshacían, la ciudad se había de destruir. Y tomaron una ira grande y porfía, y comenzó el pueblo a alborotar”.  (Vida de la Madre Teresa, l.2, c. 4, p.142).

            Estaba la Santa con tan gran contento de que se había puesto el Santísimo Sacramento en una nueva iglesia dedicada a san José, que no había en Ávila y de haber llevado a cabo lo que el Señor tanto le había mandado, que estaba como fuera de sí. Y súbitamente “Acabado todo esto, sería como a tres o cuatro horas, me revolvió el demonio una batalla espiritual… Púsome delante si había estado mal hecho lo que había hecho, si iba contra obediencia… y que, si habían de tener contento las que aquí estaban en tanta estrechez, si les había de faltar el comer, si había sido disparate…

            Cosas de esta hechura me ponía juntas que no era en mi mano pensar en otra cosa, y con esto una aflicción y oscuridad y tinieblas en el alma, que yo no lo sé encarecer. De que me vi así, fuime a ver el Santísimo Sacramento, aunque encomendarme a él no podía; parece que estaba en una congoja como quien está en agonía de muerte". (V 36,8)

            Con la visita al Santísimo Sacramento desapareció la tentación y la Santa quedó sosegada y contenta. Volvió la alegría a su rostro. Poco duró la situación porque en la Encarnación se alborotaron las monjas ante el alboroto del pueblo y la Priora mandó a llamarla para que se volviese enseguida al convento.

            La Santa volvió enseguida, no sin dejar unas instrucciones a las cuatro novicias, a las que encomendó a san José. "Bien vi que se me habían de ofrecer hartos trabajos, pero como ya quedaba hecho, muy poco se me daba." ¡Qué confianza la de la Santa! "Hice oración, suplicando al Señor me favoreciese, y a mi padre san José que me trajese a su casa y ofrecíle lo que había de pasar y muy contenta se ofreciese algo en que yo padeciese por él, como los apóstoles que después de ser azotados por el Sanedrín, iban contentos de ser hallados dignos de padecer algo por el Nombre de Jesús (Act 5,41), y le pudiese servir” (V 36;11). Santa teresa ofrece sus sufrimientos a san José. La turba del pueblo intentó abatir las puertas del nuevo convento, pero no pudieron derribarlas –estaban guardadas por la imagen de la Virgen, como las de la iglesia por san José- y las monjas habían puesto en ellas algunos maderos para reforzarlas.


            El Consejo de la ciudad se hizo cargo de la situación y después de varias juntas del mismo se reunió el 30 de agosto de 1562 en Junta General, a la que asistieron los hombres más distinguidos de la ciudad. El resultado de esta Junta lo describe así la Santa: "Unos callaban, otros condenaban, en fin, concluyeron que luego se deshiciese". (V 36,15) el nuevo convento.

P. Román Llamas, ocd.



Siguientes publicaciones:

·         Su verdadero Señor (continuación)
·         San José Maestro de oración         
·         Experiencia de santa Teresa 
·         Santa Teresa evangelizadora de san José    
·         Sed de almas de santa Teresa 
·         Meditación sobre santa Teresa 
·         Santa Teresa evangeliza a san José    
·         San José titular de sus fundaciones 

·         Conclusión

















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