En muchos libros suele haber un capítulo que destaca por algún motivo especial. Eso pasa con el capítulo VI de la Vida de santa Teresa, el libro de las misericordias de Dios para con ella, sobre san José y su devoción profunda a él... “Quisiera persuadir a todos que fuesen muy devotos de este glorioso Santo”.
P. Román Llamas, ocd.
En este capítulo nos encontramos con esta frase sencilla pero profunda: “Que no sé cómo se puede pensar en la Reina de los ángeles en el tiempo que tanto pasó con el Niño Jesús que no den gracias a san José por lo bien que les ayudó en ellos” ( en los trabajos). (V 6,8)
En esta frase sencilla santa Teresa encierra la mayor alabanza que se puede hacer de san José: que san José pertenece a la familia de Dios, que san José está asociado a Jesús y María en la obra de la redención de la humanidad.
Los teólogos nos hablan de la pertenencia de san José al orden hipostático, es decir, al orden de la gracia de la salvación y redención llevada a cabo por Cristo Jesús, un orden de gracia infinitamente superior al orden de la gracia ordinaria en la que nos movemos todos los cristianos. A este orden de por si solo pertenece Jesucristo: Él solo pisó el lagar (Is 63,3 ), pero por pura gracia quiso asociar a ese orden a María por ser su Madre en la tierra y a san José por ser su padre, por su matrimonio con María. En los planes de Dios, en el Decreto eterno de la salvación de los hombres pecadores estaba escrito que Jesús para llevar a cabo la obra de la salvación y redención de los hombres tenía que nacer de una mujer virgen casada con un hombre llamado José de la casa de David. Y el nombre de la Virgen era María (Lc 1,27). Con estas palabras del Espíritu Santo nos declara el plan del Decreto eterno de la salvación. ..Esta es la familia de Dios en la tierra: Jesús, María y José, “la familia de Nazaret inserta directamente en el misterio de la Encarnación constituye un misterio especial. Y -al igual que en la encarnación– a este misterio pertenece también la verdadera paternidad; la forma humana de la familia del Hijo de Dios, verdadera familia humana formada por el misterio divino. En esta familia José es el padre. No es la suya una paternidad derivada de la generación, y, sin embargo, no es aparente o solamente sustitutiva, sino que posee plenamente la autenticidad la paternidad humana y de la misión paterna en la familia. En ello esta contenida, una consecuencia de la unión hipostática: la humanidad asumida en la unidad de la persona divina del Verbo-Hijo Jesucristo…En este contexto está también asumida la paternidad humana de José” (RC 21)
Y si pertenece a misterio de la Encarnación, por eso mismo pertenece al misterio de la Redención porque entre ambos momentos existe una unidad indisoluble, no se pueden separar.”La Encarnación y la Redención constituyen una unidad orgánica indisoluble, donde el plan de la Redención se realiza con palabras y gestos intrínsecamente conexos entre sí. Precisamente por ese unidad el Papa Juan XXIII, que tenía una gran devoción a san José estableció en el canon romano de la Misa, memorial perpetuo de la Redención, se incluyera su nombre junto al de María y antes de los Apóstoles, de los Sumos Pontífices y de los Mártires” (RC 6).
Por eso santa Teresa no coloca a san José en la categoría de los otros santos sino en la de Jesús y María. San José, en este sentido, es un santo especial y único, como lo es la Virgen María. Como ella está muy por encima de todos los demás santos. Dice el teólogo Suárez (+ 1617), comparando a san José con los apóstoles:”Hay otros ministerios que se refieren al orden de la unión hipostática que por sí es más perfecto, como dijimos, al hablar de la dignidad de la Madre de Dios, y en este orden entiendo que fue constituido el misterio de san José, estando en el puesto ínfimo, y en este sentido excede a todos los demás, como existiendo en un orden superior. El oficio del santo Patriarca no pertenece al Nuevo Testamento, ni propiamente al Antiguo, sino al Autor de ambos y pieza angular que hizo de los dos uno” (In III p...q.29, n 2, dist 8, setc 1)
San José está por encima de todos los demás santos en santidad, gracia y privilegios por su pertenencia al orden hipostático, aunque sea en el grado ínfimo. Participa de las gracias y privilegios de la Virgen María. Dice san Juan Pablo II, citando la Encíclica de León XIII Quamquam pluries. “Ya que el matrimonio es el máximo consorcio y amistad -al que de por sí va unida la comunión de bienes – se sigue que si Dios ha dado a san José como esposo a la Virgen, se lo ha dado no solo como compañero de vida, testigo de la virginidad y tutor de la honestidad, sino también para que participase por medio del pacto conyugal de la excelsa grandeza de ella” (RC 20).
Por esa participación es el único santo con la Virgen María, su esposa, que ayuda en todas las necesidades de cuerpo y de alma, "que a otros santos parece les da el Señor gracia para socorrer en una necesidad, a este glorioso santo tengo por experiencia que socorre en todas y que quiere el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra , que como tiene nombre de padre, -siendo ayo- le podía mandar, así en el cielo hace cuanto le pide” (V 6,6).
Solo san José con la Virgen María es la omnipotencia suplicante. Todo lo puede y alcanza de su Hijo y del Padre de las misericordias. No le niegan nada de cuanto les pide.
Y así en las visiones con que el Señor agracia a santa Teresa, previas a la fundación del primer convento de san José de Ávila y originantes de la Reforma de los descalzos y de su carisma, aparecen juntos los tres: Jesús, María y José. Por eso es a san José, a ninguno otro, a quien acude ella y el que intercede y actúa en dicha fundación.”Una vez en estando una necesidad que no sabía que hacerme ni con que pagar a unos oficiales, me aparece san José mi verdadero padre y señor, y me dio a entender que me faltarían que los concertase y así lo hice sin ninguna blanca, y el Señor por maneras que se espantaban los que lo oían me proveyó” (V 33,12).
Se lo acabamos de oír: San José, mi verdadero padre y señor. Son dos realidades del Santo con las que juega constantemente en este capítulo.
P. Román Llamas, ocd.
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