En muchos libros suele haber un capítulo que destaca por algún motivo especial. Eso pasa con el capítulo VI de la Vida de santa Teresa, el libro de las misericordias de Dios para con ella, sobre san José y su devoción profunda a él...“Quisiera persuadir a todos que fuesen muy devotos de este glorioso Santo”.
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P. Román Llamas, ocd.
Esta
prueba de las ansias de santa Teresa de salvar almas, aunque la traigo al final
es la principal, En el capítulo 1 del Camino de Perfección les dice y repite a
sus monjas cual es el fin para el cual las ha reunido el Señor en comunidad
orante. Comienza por recordarlas los estragos que están haciendo en la
Iglesia de Jesucristo la desventurada secta de los luteranos en Francia y otros
lugares. Con gran fatiga lloraba con el Señor y le suplicaba que remediase tanto
mal. Parecíame que mil vidas pusiera yo para remedio de un alma de las muchas
que allí se perdían. Y como me vi mujer y ruin e imposibilitada de aprovechare
en el servicio del Señor, y todo mi ansia era, y aun es, que pues tenía tantos enemigos y tan pocos
amigos, que esos fuesen buenos, se determinó a hacer lo poquito que podía, que
era seguir los consejos evangélicos con
toda la perfección que ella pudiera, y procurar que estas poquitas que están aquí
( en el convento de san José de Ávila) hiciesen lo mismo, confiando en la gran
misericordia de Dios que nunca falta a los que se determinan a dejarlo todo por
Él, y que todas ocupadas en oración por los defendedores de la Iglesia y predicadores
y letrados que la defienden, ayudásemos en lo que pudiésemos a este Señor mío,
que tan apretado lo traen, a los que ha hecho tanto bien, que parece le
quisieran tornar ahora a la cruz estos traidores y que no tuviese donde
reclinar la cabeza.
Expone
brevemente el mal que les aguarda a estos traidores ¡allá se las hayan! Aunque no
me deja de quebrar el corazón ver tantas almas como se pierden, querría no ver perder
más cada día, y añade:
“¡Oh
hermanas mías en Cristo! Ayudadme a suplicar esto al Señor que para esto os juntó
aquí: este es vuestro llamamiento; estos han de ser vuestros negocios; estos han de ser vuestros deseos; aquí
vuestras lágrimas; estas vuestras peticiones” (C 1,5) Y lo remata con esta otras palabras del capítulo 3, que es
como una continuación del capitulo 1, pues lo comienza así: "Pues tornando a lo
principal… del capítulo 1.”Y cuando vuestras oraciones y deseos y disciplinas y
ayunos no se emplearen por esto que he dicho, pensad que no hacéis ni cumplís el fin para que aquí os juntó el Señor” (C
3,10), “y no permita el Señor esto se quite de vuestra memoria jamás, por quien
su Majestad es” añade en el manuscrito del Escorial (CE 3,10)..
Al
mismo tiempo que enseña a sus hijas para qué las juntó el Señor en casa de san
José, va desgranando sus ansias de salvar almas en este capítulo. En él insiste
en hacer oración por los defendedores de la Iglesia y encontramos estas frases “¿qué
va que está yo hasta el día del juicio en el purgatorio, si por mi oración se
salvase una sola alma? ¡Cuanto más el provecho de muchas y el honor del Señor! (C
3,6).
“Así
que os pido por amor al Señor pidáis a su Majestad nos oiga en esto. Yo, aunque
miserable, lo pido lo pido a su Majestad, pues es para gloria suya y bien de la
Iglesia, que aquí van mis deseos” (C 3,6)
Y
en una oración que dirige al Padre en nombre de las Hermanas. Concluye: “Mira,
Dios mío, mis deseos y las lágrimas con que esto os suplico y olvidad mis obras,
por quien Vos sois, y habed lástima de tantas almas como se pierden, y favoreced
vuestra Iglesia. No permitáis ya más daños en la cristiandad, Señor. Dad ya luz
a estas tinieblas” (C 3,9).
Insiste
a las hermanas, no solo por la conversión de los pecadores, sino también para que
no se marche ningún cristiano a esa desventurada secta luterana “que lo que
hemos de pedir a Dios es que en este castillito, que hay ya de buenos cristianos
no se nos vaya ya ninguno con los contrarios y a los capitanes de este castillo
o ciudad, los haga muy aventajados en el camino del Señor, que son los predicadores
y teólogos. Y pues los más están en la Religiones, que vayan muy adelante en su
perfección y llamamiento” (C 3,2) Y describe ampliamente que como
han de vivir en el mundo, donde no les perdonarán la menor imperfección deben vivir
su vida íntegramente. ¿Pensáis, hijas mías, que es menester poco para tratar
con el mundo y vivir en el mundo, y tratar negocios del mundo y ser en el interior
extraños al mundo y enemigos del mundo y estar como quien está en el y desierto
y, en fin, no ser hombres sino ángeles?” (C 3,3).
“Y
para ello se necesita no poco favor de Dios sino grandísimo” (C 3,4). Y esto se
consigue con la oración continuada y sin desfallecer y fervorosa. La oración
contemplación es la esencia del carisma de santa Teresa, y se debe “sobre todo
a las gracias místicas que le impulsaron a renovar el Carmelo. Orientándolo por
completo a la oración y contemplación de las cosas divinas” (Constituciones de
la carmelitas descalzas, cp. 1,nº 4). Y “por exigencias del carisma teresiano la
oración, la consagración, y todas las
energías de una carmelita descalza han de estar orientadas hacia la salvación de
las almas” (Ibidem nº 10).
Dada
la actitud de santa Teresa, nuestra Madre, de ansias vivas por la salvación de
las almas, todo el que quiera vivir su espíritu, debe tenerlas en muy alta
consideración y estima y llevarlas a la práctica.
P. Román Llamas, ocd.
Siguientes publicaciones:
· Santa Teresa evangeliza a san José
· San José titular de sus fundaciones
· Conclusión
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