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MEDITACIÓN SOBRE SANTA TERESA (8 de 11)

En muchos libros suele haber un capítulo que destaca por algún motivo especial. Eso pasa con el capítulo VI de la Vida de santa Teresa, el libro de las misericordias de Dios para con ella, sobre san José y su devoción profunda a él...“Quisiera persuadir a todos que fuesen muy devotos de este glorioso Santo”.
P. Román Llamas, ocd. 




            Esta prueba de las ansias de santa Teresa de salvar almas, aunque la traigo al final es la principal, En el capítulo 1 del Camino de Perfección les dice y repite a sus monjas cual es el fin para el cual las ha reunido el Señor en comunidad orante. Comienza por recordarlas los estragos que están haciendo en la Iglesia de Jesucristo la desventurada  secta de los luteranos en Francia y otros lugares. Con gran fatiga lloraba con el Señor y le suplicaba que remediase tanto mal. Parecíame que mil vidas pusiera yo para remedio de un alma de las muchas que allí se perdían. Y como me vi mujer y ruin e imposibilitada de aprovechare en el servicio del Señor, y todo mi ansia era, y aun es,  que pues tenía tantos enemigos y tan pocos amigos, que esos fuesen buenos, se determinó a hacer lo poquito que podía, que era seguir los consejos evangélicos  con toda la perfección que ella pudiera, y procurar que estas poquitas que están aquí ( en el convento de san José de Ávila) hiciesen lo mismo, confiando en la gran misericordia de Dios que nunca falta a los que se determinan a dejarlo todo por Él, y que todas ocupadas en oración por los defendedores de la Iglesia y predicadores y letrados que la defienden, ayudásemos en lo que pudiésemos a este Señor mío, que tan apretado lo traen, a los que ha hecho tanto bien, que parece le quisieran tornar ahora a la cruz estos traidores y que no tuviese donde reclinar la cabeza.

            Expone brevemente el mal que les aguarda a estos traidores ¡allá se las hayan! Aunque no me deja de quebrar el corazón ver tantas almas como se pierden, querría no ver perder más cada día, y añade:

            “¡Oh hermanas mías en Cristo! Ayudadme a suplicar esto al Señor que para esto os juntó aquí: este es vuestro llamamiento; estos han de ser vuestros negocios;  estos han de ser vuestros deseos; aquí vuestras lágrimas; estas vuestras peticiones” (C 1,5) Y lo remata con esta otras palabras del capítulo 3, que es como una continuación del capitulo 1, pues lo comienza así: "Pues tornando a lo principal… del capítulo 1.”Y cuando vuestras oraciones y deseos y disciplinas y ayunos no se emplearen por esto que he dicho, pensad que no hacéis ni cumplís  el fin para que aquí os juntó el Señor” (C 3,10), “y no permita el Señor esto se quite de vuestra memoria jamás, por quien su Majestad es” añade en el manuscrito del Escorial (CE 3,10)..


            Al mismo tiempo que enseña a sus hijas para qué las juntó el Señor en casa de san José, va desgranando sus ansias de salvar almas en este capítulo. En él insiste en hacer oración por los defendedores de la Iglesia y encontramos estas frases “¿qué va que está yo hasta el día del juicio en el purgatorio, si por mi oración se salvase una sola alma? ¡Cuanto más el provecho de muchas y el honor del Señor! (C 3,6).

            “Así que os pido por amor al Señor pidáis a su Majestad nos oiga en esto. Yo, aunque miserable, lo pido lo pido a su Majestad, pues es para gloria suya y bien de la Iglesia, que aquí van mis deseos” (C 3,6)      

            Y en una oración que dirige al Padre en nombre de las Hermanas. Concluye: “Mira, Dios mío, mis deseos y las lágrimas con que esto os suplico y olvidad mis obras, por quien Vos sois, y habed lástima de tantas almas como se pierden, y favoreced vuestra Iglesia. No permitáis ya más daños en la cristiandad, Señor. Dad ya luz a estas tinieblas” (C 3,9).

            Insiste a las hermanas, no solo por la conversión de los pecadores, sino también para que no se marche ningún cristiano a esa desventurada secta luterana “que lo que hemos de pedir a Dios es que en este castillito, que hay ya de buenos cristianos no se nos vaya ya ninguno con los contrarios y a los capitanes de este castillo o ciudad, los haga muy aventajados en el camino del Señor, que son los predicadores y teólogos. Y pues los más están en la Religiones, que vayan muy adelante en su perfección y llamamiento” (C 3,2) Y describe ampliamente que como han de vivir en el mundo, donde no les perdonarán la menor imperfección deben vivir su vida íntegramente. ¿Pensáis, hijas mías, que es menester poco para tratar con el mundo y vivir en el mundo, y tratar negocios del mundo y ser en el interior extraños al mundo y enemigos del mundo y estar como quien está en el y desierto y, en fin, no ser hombres sino ángeles?” (C 3,3).

            “Y para ello se necesita no poco favor de Dios sino grandísimo” (C 3,4). Y esto se consigue con la oración continuada y sin desfallecer y fervorosa. La oración contemplación es la esencia del carisma de santa Teresa, y se debe “sobre todo a las gracias místicas que le impulsaron a renovar el Carmelo. Orientándolo por completo a la oración y contemplación de las cosas divinas” (Constituciones de la carmelitas descalzas, cp. 1,nº 4). Y “por exigencias del carisma teresiano la oración, la  consagración, y todas las energías de una carmelita descalza han de estar orientadas hacia la salvación de las almas” (Ibidem nº 10).

            Dada la actitud de santa Teresa, nuestra Madre, de ansias vivas por la salvación de las almas, todo el que quiera vivir su espíritu, debe tenerlas en muy alta consideración y estima y llevarlas a la práctica. 




P. Román Llamas, ocd.



Siguientes publicaciones:
          
·         Santa Teresa evangeliza a san José    
·         San José titular de sus fundaciones 
·         Conclusión




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