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Meditación sobre el capítulo VI de la vida de Santa Teresa



       En muchos libros suele haber un capítulo que destaca por algún motivo especial. Eso pasa con el capítulo VI de la Vida de santa Teresa, el libro de las misericordias de Dios para con ella; es un panegírico breve, pero denso, sobre san José y su devoción profunda a él. Una exposición sencilla de una de tantas misericordias de Dios para con ella, que le regaló por medio del glorioso Patriarca. Sus palabras, al tiempo que enseñanza y doctrina, son un surtidor frontal de su profundísimo amor a san José, de devoción sincera y verdadera, de deshacimiento de un corazón divinamente agradecido y apostólico: "quisiera persuadir a todos que fuesen muy devotos de este glorioso Santo".

Doctrinalmente santa Teresa condensa en dos páginas autobiográficas la doctrina que los predicadores de la época y los tratadistas explicaban con muchas páginas, con la ventaja de que las suyas son la exposición de unas experiencias y vivencias espirituales muy hondas y comprensivas.

       Dado el momento vital y espiritual que está viviendo la Santa, en el que relee la historia de la salvación de su alma, lo que embarga su espíritu es la bondad inmensamente paternal y el poder singular y universal de san José para ayudar en todas las necesidades de alma y de cuerpo. Cuando santa Teresa redacta este capítulo ha sentido ya la mano paterna y poderosa de san José en momentos cruciales de su vida y de su obra: curación milagrosa, fundación de san José, peligros del alma, momentos de prueba del Señor… Quiero recordar que santa Teresa escribe el libro de su vida, el de las misericordias de Dios sobre ella y esta de la devoción a san José es extraordinaria, en el 1564-1565. Le quedan todavía casi 20 años de vida, pues muere el año de 1582, en los que las gracias del Santo Patriarca se van a ir multiplicando. Lo experimenta su glorioso Padre y Señor suyo.

P. Román Llamas, ocd. 

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