El matrimonio de José y María es un hecho
de fe y se puede considerar desde distintos aspectos; quiero mirarlo desde
el aspecto del amor, ya que el amor es en algún sentido la esencia del
matrimonio. Un matrimonio sin amor no es verdadero matrimonio. Este matrimonio
de José y María fue concebido y realizado bajo la inspiración del Espíritu
Santo y el Espíritu Santo todo lo hace bien y perfecto y por amor, porque él es
Amor.
Lo primero que tenemos que desterrar en él, por lo que se refiere a la figura de san José, es que era viejo -alrededor de los 100 años, viudo y con hijos-. ¿Si tú tuvieses una hija bellísima, dotada de todo lo mejor la casaría con un hombre viejo, viudo y con hijos? Segurísimamente que no. Y ¿vamos a pensar que Dios escogió un hombre así para su hija amadísima la virgen María, y dotada de todo lo mejor en grado sumo, él que todo lo ha regulado con medida, número y peso? (Sab 11,20). Solo pensarlo da grima, Es una de tantas ideas falsas y erróneas de los evangelios apócrifos. San Jerónimo lo llama deliramenta, delirios, locuras. Y es curioso que mientras otras ideas afines, como la de que el Niño Jesús hacía pajaritos de barro los soplaba y salían volando, o la de que, al llegar la Sagrada Familia a Egipto, todos los ídolos cayeron destruidos, no entraron en la doctrina de la Iglesia y esta de san José viejo cobró una fuerza singular. Mucho contribuyeron a ello los pintores que al reproducir el Nacimiento de Jesús pintan a san José en un rincón, ajeno al misterio. Hasta un santo Padre, san Epifanio la acogió. Es, sin duda, una de esas creencias falsas que el Espíritu Santo permite que entren en la creencia, en la fe de la Iglesia y no sabemos por qué ni para qué. Parece que el primero que habló de san José joven fue el gran Canciller de París, Juan Gersón (+1429), con gran influjo en los escritores y predicadores josefinos posteriores.
P. Román Llamas, ocd
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